Nicanor Parra, un siglo y después
Nicanor Parra es un parteaguas de la poesía hispanoamericana. A partir de Poemas y Antipoemas tuvo un influjo prospectivo, es decir, se saltó su presente poético -un presente infranqueable casi, el de la Mistral, Neruda, De Rokha y Huidobro- y provocó un impacto decisivo y crónico desde los poetas de la promoción del 50' en adelante. Se ha escrito mucho sobre su obra, pero quizás no se ha dimensionado del todo sus huellas en las poéticas 'situadas', como las regionales o locales. En este sentido, Jorge Teillier o Efraín Barquero -acaso los poetas de más raigambre 'aldeana' y más refractarios a la rebelión parriana-, terminaron movilizados hacia su influjo por la vía de sus herederos, que a través del epigrama coloquial fundieron las poéticas del 'lar', del arraigo local, con las del desenfado y la oralidad popular o, incluso, con la experimentación visual. En ese sentido, se puede comprender el remezón en las poéticas provinciales a partir de las trayectorias de destacados autores que desarrollaron sus obras fuera de la metrópolis, desde Floridor Pérez, Gonzalo Millán, Óscar Hahn en los 60', hasta Juan Luis Martínez, Clemente Riedemann, Jorge Torres, Maha Vial o Alexis Figueroa en los 70' y 80'. Y es que Parra les dio un nuevo alfabeto y una nueva gramática a estas literaturas 'geográficas' (antaño casi criollistas y muchas veces estereotipadas), emancipándolas de la caricatura agropecuaria. Para hacer hablar líricamente al Chile fuera de la 'centrópolis' se acudía al De Rokha de las Epopeyas de las comidas y bebidas de Chile, a Juvencio Valle, a Andrés Sabella y a otro caudal de poetas vernaculares, muchos de ellos de enorme valía, pero sin la tesitura y la altura de la insurrecta propuesta de Parra. Su obra coloca la identidad del lugar y del habla común en conexión con la universalidad a la que aspira toda poesía mayor, ligando de manera rica, irónica y paradójica, lo culto y lo popular casi sin mostrar las costuras de dicho ensamble. Una suerte de zurcidor japonés de la alta cultura y la cultura popular -y pop- que se mueve libertario de Shakespeare a la Ecocrítica, del Taoismo a la contracultura newyorkina, del refranero campesino al 'reademade', de la performance conceptual, al garabato callejero, rompiendo abruptamente con la literatura de confitería, el gusto oligárquico y la tradición que confundía lo poético con lo ampuloso y lo estético con lo patético. Se opone así, a ese tipo de poesía que no hiere a nadie -'aunque se traduzca al francés'- para convertirla, parafraseando a Schlegel, en la intuición intelectual de la humanidad. En 1997 nuestra Universidad le otorgó el Premio Luis Oyarzún. En la ocasión -recuerdo- infiltró uno de sus Artefactos del ahora y del después: 'Todas son dictaduras amigo lindo:/ Solo nos está permitido elegir/ Entre la de ellos & la de nosotros'.
Decano Fac.
Filosofía y
Humanidades Uach