Con la reciente creación de la Facultad de Arquitectura y Artes, la Universidad Austral de Chile al cumplir sus 60 años de existencia, reafirma su compromiso con la formación y el bienestar de la comunidad que la acoge, iniciando un proceso que dará nuevos bríos al desarrollo cultural de la zona sur austral del país. Se ha concretado un anhelo institucional que se corresponde con el posicionamiento que Valdivia como ciudad ha ido consolidando en el ámbito de las artes y la cultura, gracias al trabajo sostenido de académicos y artistas que han dado forma a una fuerte tradición cultural. Este hecho viene a reconstituir los ideales que impulsaron la fundación de la Universidad Austral de Chile, que con amplio apoyo de la comunidad valdiviana de la época, concibió como uno de sus pilares la existencia de la Facultad de Bellas Artes que, posteriormente descontinuada, provocó que la formación artística durante años se viera disminuida, pero nunca interrumpida, como lo demuestra la permanencia del Conservatorio de Música desde los inicios de la Universidad.

La nueva Facultad se presenta como el punto de partida para una innovadora visión del desarrollo de las Artes desde la Universidad.

A partir de la búsqueda de la excelencia en la individualidad e integración de la Arquitectura, las Artes Visuales y la Música, se está abriendo un espacio capaz de generar nuevas líneas de desarrollo a través de un proyecto que se presenta como único en el país.

Esta re-fundación es una señal más del compromiso de la Universidad con el rol y vocación pública con que ha desarrollado su labor en estos años, reconociendo que a través del ámbito creativo se consolida una manera de contribuir a mejorar la calidad de vida de las personas, aportando vivencias y experiencias a la comunidad, así como también formando profesionales que trabajen desde sus áreas con el objetivo de construir una sociedad en la que los espacios, los sonidos, las formas y los colores sean considerados cada vez más como importantes elementos para definir el desarrollo de un país.

Siete años han pasado desde la instalación oficial de la Nueva Región de Los Ríos. Fue el 2 de octubre de 2007, luego de un trabajo maratónico y comprometido del primer equipo de gestión liderado por el delegado presidencial Iván Flores (primer intendente y actual diputado), quien el 16 de marzo de ese mismo año recibió el mandato de la Presidenta Bachelet para organizar el nuevo territorio.

Sin descanso, los profesionales de esa unidad original diseñaron dos provincias, propusieron a las primeras autoridades, coordinaron la instalación del Consejo Regional, construyeron la arquitectura formal para el funcionamiento del nuevo gobierno, habilitaron sedes y reclutaron personal, hasta dar forma a la región de Los Ríos. La ceremonia de constitución se efectuó en el Aula Magna de la Universidad Austral, con una sala repleta de personas y colmada de emociones, porque era la concreción de un sueño mantenido y alcanzado gracias a la presión ciudadana, de un grupo de vecinos que por 30 años apostó a la autonomía como sinónimo de desarrollo.

A Flores siguieron las gestiones de Alejandro Larsen, Juan Andrés Varas y Henry Azurmendi. Actualmente se desempeña en el cargo Egon Montecinos, quien ha desafiado a la comunidad local para volver al sueño original y ha propuesto trabajar para construir la región modelo, soñada por el Comité Nueva Región.

Recoger esa idea no es fácil. Con el pasar del tiempo Los Ríos ha debido adaptarse al sistema administrativo centralizado que rige al país y ha reproducido, sin opción, gran parte de las prácticas que antes fueron criticadas. La burocracia también ha cumplido su misión de entorpecer procesos y todavía se ve lejana la desconcentración de poder, para que crecimiento de las doce comunas sea equitativo.

Frente a esa realidad existe aún una gran tarea, la cual solo se puede abordar con unidad y con la renovación del espíritu cívico local.

Siempre se dijo que convertirse en región no era un fin, sino el medio para mejorar la calidad de vida. En este séptimo aniversario, es preciso reiterar esa idea con fuerza, para que nadie piense que la faena ha concluido.