Con bombo y alegría se ha anunciado que Valdivia será la Capital Americana de la Cultura en 2016. Lindo anuncio; ¿pero qué significa? De partida corresponde aclarar lo que debemos entender como cultura, para saber acaso Valdivia realmente tiene méritos para tal calificación.
En varias oportunidades he manifestado que Chile es un país notablemente hermoso, lleno de ciudades notablemente feas. En efecto, es muy improbable indicar una ciudad chilena que hoy sea mejor y más bonita que hace veinte o treinta años. Y en eso, Valdivia no es una excepción. Somos afeadores y demoledores. Ya lo dijo hace décadas Edwards Bello en cuanto a que al chileno le gusta más demoler que construir. Tenemos espíritu de bulldozer. Hemos arrasado joyas para sustituirlas por adefesios arquitectónicos. Y en eso, repito, Valdivia no es la excepción.
La primera condición para que una sociedad o una ciudad sea culta, es que defienda, admire y respete su patrimonio. Que lo mantenga, lo embellezca y lo luzca con orgullo. Eso es, exactamente, lo que en nuestra ciudad no ocurre. El famoso estribillo de "Valdivia, la ciudad más linda de Chile" es simplemente un enorme autoengaño. Valdivia es hoy una ciudad fea. Nadie que la visite se llevará un recuerdo inolvidable del "bouleverd Picarte", o de la bella Camilo Henriquez, o de la espléndida avenida Schneider. La belleza de Valdivia está en su maravilloso entorno, en sus ríos, sus bosques y humedales, que hoy también se han convertido en objeto de nuestro impulso destructor y afeador.
El motivo de estos comentarios es una particular indignación que siento por lo ocurrido en estos últimos días en el sector de Torobayo, en que habito. A continuación de Los Silos de Torobayo, yendo hacia Niebla, había una serie de majestuosos árboles de cien o más años. Ya no están!!! Los echaron abajo!!! Cuando lo descubrí, pregunté por la razón. La respuesta fue que era para que no entorpecieran el paso de un cable eléctrico. En ese momento todo me quedó claro.
Si hay alguna contribución internacional que Valdivia puede hacer, es exhibir el descomunal enjambre de cables que cubren y afean toda la ciudad. Pensaba que eso tendría solución. Desgraciadamente ahora constato que el respeto por el cablerío está tan profundamente arraigado en la cultura de las autoridades valdivianas, que se asesinan una cantidad de árboles centenarios PARA QUE PASE UN CABLE MÁS. Viva la cultura!!
Dr. Manfred Max-Neef