Acciones para frenar la violencia
"Por mí y por todas las mujeres" es el lema de este año para llamar la atención sobre las diversas agresiones de género. Muchas mujeres no solo enfrentan el maltrato físico y simbólico en sus hogares, sino también en las calles, en los trabajos y hasta en las redes sociales...
Desde 1993, cada 25 de noviembre se recuerda el Día de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, en memoria de las hermanas Mirabal, que fallecieron en 1960 luchando contra la dictadura de Rafael Trujillo (1931-1960) en República Dominicana.
Su caso impactó a la comunidad internacional y aunque se trata de un hecho político, se transformó en un símbolo de todos los tipos de agresiones que tienen origen en razones de género.
En Chile se calcula que una de cada tres mujeres ha sufrido algún tipo de violencia (sicológica, física, sexual, verbal), ejercida frecuentemente por parejas o ex parejas varones. Estudios recientes señalan que la mayoría de las víctimas se demora un promedio de 7 años en denunciar las agresiones, aunque ellas se encuentran tipificadas como delitos hace dos décadas. Si la denuncia es efectiva puede ser que el círculo cese; si no, puede llegar incluso a fines trágicos como los femicidios.
Lo terrible de estos casos es que, en gran parte de ellos, el entorno de la persona afectada sabe lo que ocurre y no interviene. Familiares, vecinos, amigos, compañeros de trabajo, con frecuencia detectan que algo sucede, pero la arraigada y errónea creencia de que este problema se trata de "algo privado", les impide actuar.
Este año, en Valdivia y en las demás regiones, el lema del 25 de noviembre estuvo dirigido precisamente a incentivar las denuncias y a estimular la intervención temprana, para que estos hechos no sigan ocurriendo. "Por mí y por todas las mujeres" es la frase de la campaña de la fecha conmemorada ayer y en ella se incluye un llamado a la acción frente a todo tipo de violencia y discriminación, pues muchas mujeres no solo enfrentan el maltrato en sus hogares, sino también en las calles, con los insultos de connotación sexual; en los trabajos con el acoso; en el espacio público con la exclusión y hasta en las redes sociales, donde especialmente las niñas, corren riesgos.
Es de esperar que el mensaje sea internalizado. Pero también, que la institucionalidad vigente para la realización de las denuncias mejore y se haga más fácil y seguro para quienes se atreven a alzar la voz.