Recientemente celebramos el Día Internacional de la Conservación del Suelo. Así fortalecemos cada 7 de julio el compromiso ético de conservar el suelo, es decir, de utilizarlo con sostenibilidad intergeneracional. El suelo cumple variadas funciones que hacen posible la vida en la Tierra, siendo un recurso natural básico de subsistencia y, por lo tanto, su conservación es consustancial a la vida en nuestro planeta.
Entre las funciones más destacadas del suelo están: producción de alimentos y fibras (madera), mejorar la calidad de la atmósfera y del agua, mantener biodiversidad, retener carbono, permitir los ciclos biogeoquímicos, etc.
El suelo sano tiene una capacidad continua de funcionar como un sistema vivo vital, dentro de los límites de su ecosistema y del uso de la tierra, para sostener la productividad biológica, promover la calidad del agua y del aire, y mantener la salud vegetal, animal y humana.
Un cambio del estado de salud del suelo que disminuya la capacidad del ecosistema de proporcionar bienes y servicios a sus beneficiarios corresponde a la degradación del suelo.
Dicha degradación es un proceso degenerativo que deriva de acciones humanas inadecuadas, como erosión, compactación, empobrecimiento nutritivo, uso del fuego, contaminación y salinización. En Chile, la erosión es la principal. Se debe evitar la degradación del suelo y, como siempre, la prevención es la clave.
Entre los profesionales que manejan el suelo en el sector silvoagropecuario, ingenieros agrónomos e ingenieros forestales, están las competencias para diseñar prácticas que no degraden el suelo o, si este ya está degradado, para recuperarlo en lo que sea posible.
No obstante, se requiere mejorar y ampliar el cuerpo legal relativo al suelo, tanto para prevenir su degradación como para promover su recuperación cuando esté degradado. En ello han aportado los especialistas en las ciencias del suelo y así, por ejemplo, desde hace dos décadas se tiene una propuesta de ley para la conservación, es decir, para el uso sostenible intergeneracional del suelo.
Dr. Víctor Gerding
Facultad de Cs. Forestales y Recursos Naturales, UACh