De paseo por la mente de Jorge Cortés
A primera vista se podría confundir con un espía británico al estilo James Bond. Se viste elegante, es atrevido, seductor y también políticamente incorrecto. Clay Marson es todo eso y mucho más. Desde que debutó en fanzines y redes sociales, no ha parado de ganar seguidores, tanto así que sus aventuras tuvieron que ser publicadas en su propio tomo recopilatorio de grandes éxitos: "Las crónicas de Clay Marson" (Sideralix Cómics, 2018, con diseño, color, rotulación y edición de Jim Basai).
Marson es la creación de Jorge Cortés, ilustrador chileno amante de la cultura popular que decidió dejar su huella en la historia del cómic con humor y de la mano de un puñado de entrañables personajes. Junto a Marson, están Pepina Marranales (una cerdita en busca del amor), Bradley Bricks (un investigador privado), Conde Calaverín (un libidinoso esqueleto andante) y la hermana Clarette (una monja mal hablada). Cada cual protagoniza su propia historia en viñetas con giros argumentales inesperados, lenguaje soez y acciones reprochables.
Y es precisamente en lo ridículo de aquello donde está el encanto del trabajo de Cortés (que firma como Clay Marson como si estuviera fusionado con su propia ficción), quien precisamente no aspira a complejidades estético narrativas del tipo "Watchmen" de Alan Moore y Dave Gibbons.
Su apuesta es más bien por situaciones absurdas y en muchos casos sin sentido en las que predomina el humor. Así, por ejemplo hay grandes historias detrás de una simple discusión de Marson con su novia, de Bricks tratando de recordar si es que apagó el gas antes de salir de su casa e incluso de la muerte de Superman por ingesta de mariscos en descomposición.
En palabras del autor, su propio trabajo tiene reminiscencias al arte clásico del dibujo del cómic, pero en una versión más cutre. Por eso, no puede faltar en tu biblioteca, ni sobre el estanque de water.
Daniel
Navarrete