Creatividad: desafío del Siglo XXI
La creatividad es motor clave para emprender en una era que nos obliga a estar alerta en un entorno cambiante y donde los recursos son escasos y limitados. De acuerdo a lo señalado por Saturnino de la Torre, mientras el siglo XIX fue el de la industrialización y el siglo XX de los avances científicos y de la sociedad del conocimiento, el siglo XXI está llamado a ser el de la creatividad como exigencia de encontrar ideas y soluciones nuevas a los muchos problemas que se plantean en una sociedad de cambios acelerados. (2006, pág.12).
Es preciso plantear que el concepto de creatividad es bastante amplio y complejo porque abarca diversas dimensiones. Un análisis cauteloso de expertos en esta materia señala que es un fenómeno que puede ser generado y reproducido gracias a un diseño de ambientes favorables y estimulantes por medio de la práctica y el esfuerzo constante.
Por lo tanto, es fundamental desmitificar la creatividad como un don o característica exclusiva de algunas personas. De hecho, el desarrollo de la capacidad creativa se basa principalmente en un pensamiento reflexivo, flexible, divergente; así como en una gran motivación intrínsica y un arduo trabajo para lograr alcanzar los resultados al nivel del producto creativo.
En este contexto, la educación posee un rol protagónico en esta transformación, fomentando la capacidad creativa de los estudiantes y convirtiéndola en un reto para toda una comunidad. Para ello, resulta primordial contar con el compromiso de las instituciones de educación en la calidad de los procesos de enseñanza-aprendizaje, lo que permitirá convertir la creatividad en un bien social accesible y disponible a toda la sociedad. Sin duda, mediante este accionar se logrará promover la independencia de pensamiento, reconocer el esfuerzo de las personas, y valorar positivamente las nuevas ideas que se generan a diario.