Buen balance del verano
Lo mejor para hacer permanentemente atractiva la oferta turística valdiviana pasa por la innovación de los programas.
Uno de los detalles más característicos del verano valdiviano es que tiene un final muy marcado. No hay términos medios ni un lapso que haga más llevadero el final de las vacaciones y las actividades relacionadas con ella.
La llegada de marzo, con su carga de obligaciones de todo tipo, es notoria a lo largo de todo Chile, pero en Valdivia se presenta de manera más drástica porque gran parte de los festejos locales están muy encima de los últimos días de febrero, así una vez concluidos se pasa raudamente a otro tipo de vida. En algunas oportunidades hasta la situación meteorológica se presta colabora con la sensación de que todo ha cambiado.
Es la hora de los balances, que llega casi junto con la necesidad de retornar a los deberes laborales o estudiantiles en esta ocasión las autoridades han manifestado que hay satisfacción por lo que se hizo durante la temporada estival.
Así lo señala el alcalde de Valdivia, Omar Sabat, quien expresó su conformidad por la cantidad y calidad de las actividades desarrolladas, especialmente porque concitaron mucho interés y participación ciudadana.
No se puede negar que efectivamente hubo gran convocatoria, aspecto en que resaltó la Noche Valdiviana, que reunió a una multitud probablemente elevada a cifras históricas.
Valdivia sintió en carne propia que el turismo nacional fue esencialmente interno. Fue posible ver más visitantes que en años anteriores, lo que se vio favorecido por el buen tiempo que se hizo sentir con fuerza durante febrero y que recién, de acuerdo a los pronósticos podría empeorar a partir de hoy.
Lo más destacable, en todo caso, es que hubo algunas novedades en la forma de encarar la programación de espectáculos deportivos y culturales, aprovechando fundamentalmente el gancho de la costanera y sus escenarios.
No se puede ignorar, sin embargo, que hay situaciones por enfrentar todavía, como dar un orden a la participación nocturna de artistas populares, que por momento se convierte en un caos.