La cuestionada ex gobernadora Claudia Placencio cuenta su verdad
Hernán Osses Suárez
"Me siento vulnerable en términos sicológicos; siento que hicieron un vejamen conmigo, una humillación. Estoy desesperanzada, con un nivel de autoestima muy baja y tratando de pensar con mi familia en el futuro", dice Claudia Placencio, mientras carga a su pequeña hija de dos años y medio en el living de su casa ubicada en El Quilar, en un alejado sector rural de Ancud de la isla de Chiloé.
En las últimas semanas, Placencio se ha convertido en un "símbolo" de las cuestionadas designaciones del nuevo gobierno, víctima de lo que en su partido (PPD) han llamado un linchamiento político y que Andrés -su hermano menor, que vive con ella- califica como un "bullying brutal", al punto que su madre -Patricia, que también vive con ella- ha salido a buscar un abogado para defender a su hija de lo que cree es una violación a sus derechos humanos.
El Quilar está a unos 15 kilómetros de Ancud. Se trata de un área escasamente habitada. En los campos predominan los suelos ñadis, pantanosos. Una vaca difícilmente se alimentaría, por lo que son las ovejas las que dominan el medio.
Las viviendas de los lugareños están forradas en zinc, un material barato y que resiste la fuerte lluvia del sur. La casa de Claudia Placencio no destaca del resto, salvo por dos chanchos de grandes dimensiones que resguardan su ingreso. "Este es del vecino", explica apuntando a uno de los animales la frustrada ex gobernadora de Chiloé.
La vivienda, como su implementación, distan del mito que rodea su figura y que ha alimentado a las redes sociales desde que se supo que su Ficha de Protección Social (FPS) registraba 2.119 puntos, ubicándola entre el 1% más pobre del país.
Se trata de una vivienda que ha sido ampliada a fuerza y empuje de sus moradores, con partes inconclusas y materiales diversos. Tiene refrigerador, luz eléctrica, televisión y una cocina a leña. Nada muy distinto del resto de las familias que viven en los alrededores.
Algunas fotografías familiares y una de la Presidenta Michelle Bachelet vigilan desde el living de la morada, mientras Claudia prepara la mamadera de su hija.
Hasta hace unos días, la pequeña iba al Jardín Infantil Piolín, un establecimiento de la Junji en Ancud, pero tras la crisis política que involucró a su madre, la niña debió abandonar el establecimiento.
Claudia Patricia Placencio Muñoz nació en Santiago el 7 de diciembre de 1979 en el seno de una familia formada por Eduardo Placencio Cáceres y Patricia Muñoz.
Su padre -militante de la Juventud Radical- trabajó en la antigua Comisión de Reforma Agraria (Cora). En el gobierno de Salvador Allende conoció a Patricia Muñoz.
Tras el golpe militar, la pareja se casó y luego partieron al exilio en Venezuela.
A principios de la década de los 80, Patricia retornó definitivamente al país, mientras su marido siguió viviendo en Venezuela, desde donde mantenía a la familia. La mujer, ahora con dos hijos (en 1982 nació Andrés), comienza un periplo por varias comunas del país, que la llevó a Pudahuel, Rancagua y La Florida.
A fines de la década de los 80, Eduardo ya puede ingresar al país y realiza periódicas visitas, hasta que retorna en 1989 a Chile, acercándose a otros dirigentes del PPD, pero falleció en 1991.
Claudia ingresa a la carrera de Sociología a la Universidad Arcis en 1999, gracias a una beca obtenida por su puntaje en la PAA y a la condición socioeconómica de su familia, que a esa fecha subsistía de lo que generaba un local comercial que tenía su mamá.
En las elecciones municipales de 2003, Claudia se acerca al PPD, apoyando la postulación por Santiago que Jorge Schaulsohn perdería a manos de Raúl Alcaíno. "Me llamaba la atención los valores que apoyaba el partido, como el ambientalismo, los derechos ciudadanos y apoyar una democracia participativa", recuerda.
Para las elecciones presidenciales de 2005, Claudia se inscribe definitivamente en el PPD y participa de la campaña presidencial. Dos fotografías junto a la Presidenta Michelle Bachelet de esa época, que cuelgan en el living de la casa, dan fe de ello.
En el plano laboral, ingresa en 2007 al Registro Civil con un salario de 300 mil pesos, hasta que pasa a un grado superior, con un sueldo cercano a los 600 mil pesos, el que se empinaba por sobre el millón de pesos cuando recibía el PMG (Programa de Mejoramiento de la Gestión). En esa época, cuenta, jamás le hicieron la ficha de protección social. "No correspondía", recalca.
En 2009, asume como coordinadora metropolitana de la reforma previsional. Para esa época su situación económica era favorable. En 2007 había comprado un departamento por el que firma un crédito hipotecario a 30 años plazo. En 2010 se compra un Suzuki Celerio; mientras que su hermano adquiere un Chevrolet Spark, el que también queda a nombre de Claudia.
Sin embargo, el cambio de Gobierno la deja sin empleo. Entonces inicia un periplo por municipalidades y ONGs; hasta que en el verano siguiente, Claudia, soltera y sin empleo, decide tomar unas vacaciones en Chiloé a cuenta de sus ahorros.
En la fiesta costumbrista de Chacao conoce a Oscar Castro, un pequeño agricultor chilote que la enamora. Al día siguiente -14 de febrero- comienza una relación que perdura hasta hoy.
Cuando llegó a El Quilar en 2011, la realidad era distinta a la que actualmente vive la familia.
La vivienda tenía unos 45 metros cuadrados, una habitación y cocina. No había luz eléctrica. "Nos alumbrábamos con velitas", recuerda Claudia. A unos 30 metros de la casa, hay un pozo desde donde sacaban agua en balde. En dirección contraria, un pozo séptico, que servía como baño.
Claudia cambia las comodidades que tenía en Santiago, por una nueva y sacrificada vida en el campo chilote.
En 2011 se entera de que espera un hijo y comienza a controlar su embarazo en el consultorio de Pudeto Bajo. En el establecimiento le advierten que como está cesante y embarazada, tiene derecho al subsidio único familiar, un aporte de 16 mil pesos que entrega el Estado. Sin embargo, para ello, debe tener Ficha de Protección Social. En septiembre de 2011, llega a su casa una encuestadora para hacerle la ficha. Pero, explica, como su pareja -Oscar Castro- ya tenía el documento desde 2007, el resto del grupo familiar es integrado a la misma ficha. Sólo eso explica el que su hija -Patricia- nacida en 2011, figure en el documento fechado cuatro años antes. Así, a Claudia se le asignaron 2.119 puntos.
Una vez que nació su hija, Claudia comienza a trabajar en el programa Puente de la municipalidad de Ancud como apoyo familiar por 22 horas, a cambio de un salario cercano a los 300 mil pesos. Posteriormente pasa a ser coordinadora del Centro de Atención a Víctima de Violencia Intrafamiliar (Cavif). Ahí estaba cuando recibe la propuesta de ser gobernadora de Chiloé.
-Porque vivía acá. Cuando se cerró el Cavif hicimos con la alcaldesa gestiones para solicitar nuevamente la reapertura, cuando uno demuestra esas capacidades, se observan. Además yo estaba trabajando en Violencia Intrafamiliar, que es un tema sensible para el nuevo gobierno. Demostraba iniciativa, ideas propias, gestionaba cosas.
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-Lo primero que hice cuando comencé a trabajar en el programa Puente fue solicitar reencuestaje o actualización de mis datos. Lo hicieron en la oficina, no vinieron a mi casa. No recuerdo el mes, pero fue en 2012. Ahí se quedó la actualización, en papel, en algún lugar. Sabíamos que en el sistema estaba congelada la ficha de protección social, porque en el gobierno anterior se quería implementar una nueva ficha social. Si me lo pregunta, es la plataforma la que tiene muchas deficiencias.
-Soy víctima de un sistema que está congelado. Eso me jugó en contra en el sentido de mi realidad. Mi marido fue muchas veces a solicitar que le subieran el puntaje, porque los 2 mil y tantos puntos no nos servían. A él no le servían para postular a proyectos Sercotec.
-Creo que sobre 13 ó 14 mil puntos, lógico porque siendo profesional con servicios básicos incorporados a la vivienda, 12 ó 13 mil, quizás más.
-A mí me pidieron antecedentes, me hacen muchas preguntas muchas personas, del Ministerio del Interior, de mi partido. Me preguntan datos personales, profesionales y de análisis político. En ningún momento salió el tema de la ficha de protección social.
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-Es que sabíamos que estaban congeladas, a todas las personas las tenían congeladas, no sólo Claudia Placencio.
-Eso es efectivo. Acá (Ancud) hay pocos jardines particulares. Yo vivo en el campo y no hay muchos niños en la comunidad.En ningún jardín particular había vacante, como quería que mi hija fuera a una sala cuna, postulé al jardín "Piolín". Pasé el proceso y accedí a una vacante.
-Esa es la mentira más grande que se ha dicho de mí. Para acceder tendría que tener un certificado del Compín en la comisión médica regional. Todo el mundo que me conoce, sabe que no tengo invalidez.
- El subsidio único familiar que llega a los 16 mil pesos, porque yo no cotizaba en el sistema previsional ni en caja de compensación
-Se recibió y se reintegró, porque viene con el Subsidio Único Familiar, yo no podía decir esto lo recibo y esto no.
-Ha sido la mejor de las experiencias en términos profesionales. Ha sido fuerte y desgastante para mi familia y maltratador lo que se ha dicho de mí. Las mentiras tienen ese costo y producen un efecto en mí, en mi ánimo y también en mi familia. Gracias a Dios me apoyan porque saben mi realidad. En términos políticos, los análisis se los dejo a otros actores. Siempre he sido noble y honrada. Cuando uno acepta un desafío tan importante como la Gobernación, dice este es el momento de proyectar lo que hacía a nivel micro, este es el momento para desarrollarlas y no pude.
-En lo absoluto, porque esta isla me ha dado a mi pareja, a mi hija y a mi familia.
-Sí, porque no es fácil con el daño que se le ha hecho a mi persona. A lo mejor me voy a quedar un tiempo en la casa, tranquila.