En un país que dice respetar la maternidad, resulta contradictorio que se discrimine a una mujer por amamantar.
Durante el fin de semana pasado se efectuaron manifestaciones en la mayoría de las ciudades del país para exigir el derecho de las madres a amamantar a sus hijos en cualquier lugar y momento. Esto, para respaldar a una mujer de Quillota que fue "invitada a retirarse" de un restaurante porque estaba dando leche a su pequeño.
En Valdivia no hubo actividades, pero varias madres consultadas para una nota periodística; más las opiniones recogidas en las redes sociales, permiten señalar que la idea también tiene amplio respaldo local.
Las "tetadas" (así bautizaron a las protestas) aparecieron en casi todos los medios y se convirtieron en notas anecdóticas, pero es muy importante que el tema que ellas instalaron sobre el respeto y promoción a la lactancia.
En Chile existe desde principios de la década del 2000 una campaña para estimular el consumo exclusivo de leche materna hasta los seis meses de vida. Hacia allá apunta incluso la nueva norma del post natal extendido, que busca facilitar este hábito, el cual se traduce en mejor salud y apego tanto para los hijos como para sus madres.
La meta es lograr esta práctica al menos para un 80% de los bebés del país; pero hasta ahora las estadísticas indican que solo un 50% se cría en este sistema. La mayoría recibe hasta los tres meses.
En Los Ríos el porcentaje de adhesión al amamantamiento único es de 43% por ciento y el segmento de las madres adolescentes es el menos proclive a continuar lactando, muchas veces, porque deben volver a estudiar o por desconocimiento sobre las ventajas nutricionales que aporta para los pequeños.
Considerando lo anterior resulta muy importante que la comunidad en su conjunto facilite las condiciones para que las madres puedan alimentar a sus niños y niñas, sin vergüenzas, ni molestias, donde y cuando quieran hacerlo. Es preciso que el tema se mantenga en la conversación pública, más allá de lo llamativo de una noticia, y que sea asumido como un deber compartido, pues se trata de garantizar una alimentación inicial básica y muy importante para el desarrollo adecuado de niños y niñas, pues abre para ellos una puerta a mejor calidad de vida futura.