A sus 100 años de edad, Gerardo Romeny, holandés y de profesión contador, cuenta la historia de su vida pausada y cordialmente.
Nacido en Holanda el 16 de enero de 1915, llegó a Chile para Navidad, después de tomar el tren de Los Andes y radicarse en Valparaíso cuando tenía diez años. Su padre, se había casado el año anterior con su segunda esposa, chilena y quien era profesora de Economía Doméstica en la Compañía de Gas de Valparaíso.
¿Cuántos hermanos eran en su familia?
Yo soy el único hijo del primer matrimonio. Y la madrastra tenía 3 hijos, por lo tanto pasamos a ser cuatro hermanos en la familia.
Yo estudié en el Liceo de Hombres de Valparaíso, y salí de cuarto medio con la especialidad de Contador, ahí realicé mi práctica para que me entregaran el título definitivo para poder trabajar.
Hice muchos amigos en Valparaíso, pero con la familia nos fuimos a Antofagasta porque a la mamá la trasladaron a esa ciudad a la sucursal de la empresa.
Don Gerardo, a pesar de tener trabajo en Antofagasta, decide regresar a Holanda. ¿Cómo fue ese viaje?
Para llegar en esa época había que tomar un vapor que después de cinco semanas, llegaba a Inglaterra y luego tomar otro transporte para llegar a Holanda. el año 1937, y me fui dos años a Holanda a la casa de una tía a estudiar y trabajar y regresé a Chile un poco antes de la Segunda Guerra Mundial.
¿Y por qué regresó a Chile después de dos años?
Porque ya se me había acabado el dinero y tenía que trabajar. Yo en Antofagasta estuve trabajando en Gildemeister, y cuando regresé me fui a Valparaíso nuevamente a trabajar y después me trasladaron a Santiago, donde conocí a mi señora, Aida Haverbeck, con quién estuve casado 68 años y tuvimos tres hijos.
¿Cómo conoció a su señora?
La conocí cuando ella tenía 26 y yo 30 años, esquiando en Lo Valdés, ella trabajaba en Santiago, pero es valdiviana y nos vinimos.
Pololeamos dos meses y nos comprometimos en Santiago para la navidad y el 26 de marzo de 1944 nos casamos en Máfil, en el fundo Las Lomas, donde vino el pastor luterano, y aún tengo la libreta. Nuestro primer hijo se llama Enrique que tiene un fundo en Pichoy; Rodolfo que está en Osorno y tiene una fábrica de vidrios y ventanas, Termoacutic y el menor es Carlos que trabajó por 34 años en Masisa en Concepción. Además, tengo 10 nietos y 20 bisnietos.
Lamentablemente mi señora falleció en abril de 2012, ya van a ser tres años.
¿Cuáles fueron sus empleos acá en Valdivia?
Primero estuve trabajando 16 años en Adolfo Koenig y Cía, que estaba ubicado en la costanera, cerca de la tesorería. Después me fui a la empresa de Transportes Fluviales, eso fue hasta que cerraron el puerto de Corral, en la fecha en la que declararon a Puerto Montt como puerto principal del sur.
¿Pero usted también fue cónsul de Holanda no?
Sí, en 1966 me nombraron consul de Holanda en Valdivia, estuve diez años de cónsul donde me condecoró el reino de Holanda por mis servicios a la comunidad.
También trabajó para el instituto Alemán de Valdivia
Sí, en 1978 entré de inmediato en el colegio alemán como contador, donde trabajé por 24 años, hasta que me jubilé el 2002. Mis años trabajando en el colegio fueron muy felices, recibí mucho afecto por parte de los profesores y alumnos.
Y ahora que está jubilado, ¿qué es lo que le gusta hacer?
A mi edad ya no puedo leer ni escribir porque los ojos no me dan, tengo un problema en la retina. Lo que sí me gusta es escuchar música clásica, como Beethoven, Mozart, Hydn, eso me gusta los ritmos pop no me agradan mucho.
¿Cómo celebró sus 100 años don Gerardo?
Nos juntamos todos en el fundo Pichoy, donde hicieron un almuerzo muy bonito, sólo faltó una nieta, porque el mismo día de mi cumpleaños, nació una bisnieta, que fue mi regalo.
Carla Ilabaca Jara