Paisajes grisáceos, hojas amarillentas que caen de los árboles y se acumulan en calles, veredas y parques. Éstas son algunas de las postales que el otoño ofrece en Valdivia tanto a propios como a extraños. Si el verano invita a trasladarse al sector costero y disfrutar del mar y la brisa que a éste acompaña, el otoño llama a quedarse en la ciudad y contemplar con detenimiento aquellos rincones que usualmente pasan inadvertidos el resto del año. Es en esta época que las grandes arboledas de hojas caducas se desprenden de sus vestiduras y tornan en mágico y misterioso el panorama valdiviano, mientras que los de hojas perennes hacen el contrapunto.