El cuidado podológico en adultez
Romina Garrido
La podología estudia enfermedades y alteraciones de las extremidades inferiores de nuestro cuerpo. Su estudio comprende la forma cómo diagnosticarlas y tratarlas. Por lo tanto, el rol del podólogo es reconocer los cambios que ocurren en los pies -pieza fundamental de nuestro cuerpo y en la tarea de desplazarnos-, durante el ciclo vital de las personas. Desde ese contexto se deben volcar los esfuerzos en educar a las personas sobre su autocuidado, así como reconocer la importancia del cuidado de sus pies.
El adulto mayor, en especial el diabético, debe usar calzados de cuero sin costuras internas, anchas y flexibles, bajas y cómodas, que den seguridad y apoyo al caminar. También utilizar medias de algodón, hilo o lana que dejen respirar el pie, evitando los calcetines con pliegues que causen heridas y que dificulten la circulación sanguínea o el retorno venoso. Igualmente debe preocuparse por el cuidado de sus extremidades inferiores, realizándose baños con agua tibia y mantenerlos a una temperatura adecuada. La hora ideal es durante la tarde y el tiempo de duración no debe sobrepasar los 5 minutos, especialmente en época de verano. También revisar sus extremidades inferiores de manera visual y manual, hidratándolos y cortando de forma recta las uñas de sus pies.
Resulta entonces fundamental que tanto el adulto mayor -como sus familiares o personas a cargo de él- atiendan de manera adecuada sus cuidados podológicos, estimulándolo a visitar periódicamente a un profesional del área. Asimismo promover y fomentar en la etapa de la adultez la actividad física, que les permitirá mejorar considerablemente su circulación sanguínea, como también mantener su independencia durante la etapa del envejecimiento. En definitiva, el cuidado de nuestras extremidades inferiores es tarea primordial durante el ciclo de vida de las personas, ya que de ellos depende en gran medida el éxito de nuestras actividades diarias así como también de nuestra calidad de vida.
Opinión