Corea del Norte endurece su desafío con un ensayo atómico más potente
TENSIÓN. Con esta nueva prueba, que causó un sismo de 5,3 grados, Pyongyang recordó su intención de ser reconocido como un "Estado nuclear", según analistas.
Corea del Norte le recalcó ayer a la comunidad internacional con su quinta prueba atómica, la segunda en apenas ocho meses y la más potente hasta ahora, que su programa nuclear constituye un pilar innegociable que sustenta al régimen de Kim Jong-un.
La explosión, que causó un sismo de 5,3 grados, fue calificada como un "éxito" por Pyongyang.
La declaración de intenciones de Corea del Norte resulta esta vez más tajante que en ensayos previos porque llega tras el conjunto de sanciones comerciales que le impuso la ONU hace seis meses como castigo por su prueba nuclear y de misiles de principios de año.
El régimen había espaciado con lapsos de tres a cuatro años las detonaciones subterráneas de los otros cuatro dispositivos que había usado hasta ahora en su base de pruebas de Punggye-ri, en el noreste del país.
Según contó a EFE en Seúl, Choi Gang, vicepresidente del Instituto Asan de Estudios Políticos, Corea del Norte recordó con este último ensayo que su intención pasa por "ser reconocido como un Estado nuclear".
La de ayer constituye la enésima prueba de que Pyongyang se muestra indiferente a las sanciones, que considera el arsenal atómico como garante de la sobrevivencia del régimen y que no está dispuesto a desviarse del curso que adoptó a fines de la década pasada, aún bajo el timón de Kim Jong-il, padre del actual líder.
Esto implica que no se sentará a negociar bajo la demanda de un compromiso previo para su desnuclearización, como piden Washington, Seúl y Tokio, que paradójicamente hallan un argumento adicional para sus exigencias cada vez que Pyongyang hace estallar un artefacto atómico o dispara un proyectil balístico.
Mensaje rotundo
Sin embargo, la posibilidad de abandonar la "carta nuclear" parece antojarse aún más remota bajo el mandato del joven Kim Jong-un, que arrancó apenas a finales de 2011 y durante el cual se han hecho ya más ensayos nucleares y lanzamientos de misiles que a lo largo de los 17 años de Gobierno de su padre.
La explosión de ayer también envía otro rotundo mensaje al mundo en lo que respecta a los continuos avances del programa armamentístico norcoreano. No solo porque ha sido la detonación más potente lograda hasta ahora (unos 10 kilotones frente a los 7-9 de la prueba de enero de este año); los preparativos de la misma también se disimularon con relativo éxito.
Ayer mismo, la web especializada 38North publicó, apenas tres horas antes de la prueba nuclear, el análisis de unas imágenes de Punggye-ri captadas por satélite el 27 de agosto pasado.
Aunque se apreciaron "operaciones menores de excavación", la web, una de las entidades civiles con mejor criterio a la hora de anticipar los movimientos de Pyongyang, fue incapaz de aclarar si el despliegue estaba "ligado a los preparativos para una quinta prueba nuclear".
Por otro lado, la afirmación de Pyongyang de que lo detonado ayer es una cabeza nuclear que se puede equipar en sus misiles requerirá de un análisis adicional, pese a que el consenso de los expertos sigue siendo que el régimen aún no puede miniaturizar sus bombas para colocarlas como carga en proyectiles.
Lo acontecido ayer vuelve a cuestionar la verdadera efectividad de las resoluciones y las correspondientes sanciones promulgadas por el Consejo de Seguridad de la ONU y sitúan el foco nuevamente en China, que como mayor socio comercial de Corea del Norte es el principal encargado del cumplimiento de estos castigos.