El recuento es desolador a la hora que redacto esta columna: Más de 125 mil hectáreas de suelo devastado por la ola de incendios que dejan a miles de compatriotas sin hogar, sin fuentes de ingreso y con impotencia en el alma.
El peor de todos. Así han catalogado los medios de comunicación a las llamas que hace semanas consumen todo a su paso.
Imposible no hacerse la pregunta: ¿era previsible, y más aún, evitable el escenario que estamos presenciando? Y es que Chile es un país acostumbrado a este tipo de catástrofes, que arrasan praderas y bosques, y cuyos orígenes está en la acción descuidada del hombre en algunos casos, la disminución de lluvias, el alza de temperaturas y la falta de medidas preventivas.
En los primeros aspectos no hay mucho que hacer. El Cambio Climático que se ha usado para argumentar el desmadre del fuego ayuda en parte, pero sólo en parte, a explicar el nivel de daño que estamos lamentando. Pero la mutación climática no apareció ni hoy ni ayer. Viene haciendo lo suyo hace rato, y la sequía, uno de sus efectos más notorios, la venimos alertando desde el año pasado por las consecuencias en el abastecimiento de agua, la agricultura, la ganadería y en la economía campesina en general.
Nos queda entonces prevenir. Pero a este gobierno la prevención y aprender de la experiencia le han entrado por un oído y le han salido por el otro. La falta de estrategias y de recursos materiales son disculpas que se repiten otra vez para justificar la pérdida de control. También se repite, desgraciadamente, la indecisión del Ejecutivo para actuar cuando debe hacerlo.
Estas cavilaciones ya las vimos en el primer gobierno de Bachelet ante el Terremoto del 27F.
Hoy se repite la cosa: semanas valiosas se desperdiciaron antes que La Moneda sopesara la real magnitud del peligro, para que activara las excepciones constitucionales, para que recurriera a ayuda internacional, para que llamara a evacuar, para que convocara a las Fuerzas Armadas.
Incendios y terremotos seguirán repitiéndose. Pero lo que se podrían haber hecho distinto está exclusivamente en la mano del hombre para estar mejor preparados.
Y esta vez, claramente, no lo estábamos.
Bernardo Berger Fett
Diputado