Buscando a los Sánchez y Vidal de la próxima década
Por Harold Mayne-Nicholls
María Elena es la capital patrimonial del salitre. Munich, la capital de Baviera, un estado alemán que tiene su propio dialecto.
¿Similitudes entre una y otra? Seguro, ninguna. En Munich, abunda el frío, la nieve y lluvia; en María Elena, polvo y sol ardiente. En Munich viven casi seis millones de personas; en María Elena, la población cae cada año y en el censo 2017 confían en ser 10 mil.
Esta semana, hubo un factor que los juntó. En el sur de Alemania dos chilenos se medían. Por el Bayern Munich, Arturo Vidal, oriundo de San Joaquín; por el Arsenal, Alexis Sánchez, nacido en Tocopilla, la ciudad más cercana a María Elena. Seguro Ale
xis jugó aquí en la pampa salitrera, en lo que fue cancha de tierra y piedra (hoy un bello estadio de pasto sintético, para siete mil personas). No dudo, que si Arturo viniera por estos lados, recordaría su infancia en cada calle sin pavimentar de María Elena.
Mientras ellos jugaban por la Champions League, 144 jóvenes entre 16 y 14 años participaban en el Torneo Pampa Salitrera de María Elena.
Jugaron: Iquique, U. Católica, Municipal Colina, Antofagasta Portuario, Coquimbo Unido y María Elena de Chile; más, Alianza Lima de Perú y Fundación Bolivia 2022. Fueron 20 partidos desde el lunes 20 hasta el cierre de esta edición.
En lo personal, hacía muchísimos años que no veía tanto fútbol de menores. Y creo poder compartir conclusiones, apuntando a alimentar el sueño de esos jóvenes. En lo positivo, se destaca el comportamiento. Estuve con ellos en cenas, almuerzos y otras actividades. Todos, sin excepción, se comportan de muy buena forma y, además, muchos están adquiriendo una sana costumbre: saludan y agradecen.
No todos, pero muchos.
Después, el estado físico. Corren y se esfuerzan en cada balón. No importa el sol, el calor el viento o el frío (pues de noche la temperatura baja y harto). Lo primordial: dejarlo todo en la cancha.
Finalmente (aunque la lista es más larga) el trato hacia los árbitros. Poquísimos reclamos; respeto por las decisiones y más dedicados a jugar que a objetar al juez.
Lástima que eso -muchas veces- tenga respuesta distinta desde el banco. Allí, técnicos y ayudantes creen estar amparados en una ley que no existe; "le grité, pero sin groserías", me dijo uno de ellos.
Tal vez ahí encontremos respuestas a tantas torpes expulsiones en nuestro fútbol. De niños ven que como adultos es posible reclamar gritando … y lo hacen, se descontrolan y reciben roja.
También me llamó la atención como cambió el juego: corto y al pie. Son escasas las gambetas (Rosero, colombiano de Antofagasta, se sacó a dos jugadores contra la línea de fondo y la gente se paró a aplaudir) y desapareció el lanzador.
Lo que es un desastre, es la ejecución de los saques laterales. Si se hubiesen cobrado todos los lanzamientos imperfectos, habría sido dramático.
Los arqueros merecen un párrafo. Llamados a ser el primer delantero, han mejorado con los pies (igual comenten un par de errores por partido) pero ha bajado la calidad con las manos. Atajan mal, dan excesivos rebotes hacia el campo, cortan pocos centros y abusan achicando con los pies. Otro aspecto, es la falta de especialistas en tiros libres. Ahí no se ve trabajo (tampoco en el juego aéreo ni en jugadas con balones detenidos) y así se pierde un arma importante de desequilibrio. Son lecciones de un torneo que revolucionó una comuna en el medio de la pampa nortina; que congregó sobre 12 mil personas en sus cinco jornadas, sumando enseñanzas y vivencias a quienes se esfuerzan por llegar donde hoy triunfan Alexis y Arturo.