Durante Semana Santa el consumo de pescados y mariscos aumenta hasta en un 300%, con una consecuente alza de precios de estos productos, razón por la cual los consumidores buscan diferentes ofertas.
Frente a este aumento en la demanda, como consumidores es necesario tomar precauciones, dado que estamos frente a un grupo de alimentos con un alto contenido de nutrientes y humedad y por lo tanto de fácil proliferación microbiana cuando el alimento ha sido contaminado.
De acuerdo a datos entregados por el Instituto de Salud Pública existe una amplia lista de Enfermedades Transmitidas por Alimentos (ETAS) asociadas a este grupo donde uno de los principales microorganismos que cobra rol protagónico es el Vibrio parahaemolyticus, que es una bacteria que habita en la costa y posee la capacidad de producir gastroenteritis en los seres humanos.
Es posible contraer la infección por este agente al ingerir alimentos de origen marino contaminado, principalmente mariscos, crudos o mal cocidos. También es común contraerlo a través de la ingesta de otros alimentos que hayan adquirido el Vibrio Parahaemolyticus por contaminación cruzada, es decir, durante el proceso de manipulación de alimentos, como al utilizar los mismos utensilios de cocina para mariscos y vegetales que se consumen crudos.
Los mariscos, especialmente los moluscos bivalvos, como ostras, almejas, machas y cholgas, acumulan cantidades importantes del vibrión. En general, crustáceos y pescados no acumulan el vibrión en cantidad significativa para causar infección, pero prolifera al estar por horas sin una adecuada refrigeración.
Es fundamental mantener pescados y mariscos a temperaturas seguras de refrigeración, entre 0 y 5 °C, cocinarlos por completo, considerando hervir durante cinco minutos, y adquirirlos en lugares establecidos dónde se mantenga la cadena de frío. Otro consejo es evitar la contaminación cruzada; antes de comenzar a cocinar los pescados y mariscos crudos se recomienda lavar todos los utensilios procurando no usar la misma tabla y cuchillos para cortar alimentos crudos y cocinados. Si no se consumen todas las porciones preparadas, es necesario enfriar y refrigerar lo restante. A ello se suma un correcto lavado de manos antes y después de manipular los alimentos.
Carolina Barriga Islas
Directora Bachillerato en Ciencias de la Salud USS Valdivia