Guionista
Uno de los asesinatos más crueles en dictadura fue el llamado "Caso degollados". José Manuel Parada, Manuel Guerrero y Santiago Nattino, tres militantes comunistas, fueron secuestrados por la DIOMCAR (Dirección de Comunicaciones de Carabineros de Chile) en marzo de 1985 y encontrados un par de días después, degollados y torturados camino a Quilicura. La noticia remeció a Chile. Años más tarde Sebastián Moreno, cineasta, cuenta la historia del sociólogo Manuel Guerrero Antequera, hijo del profesor Manuel Guerrero Ceballos quien emprende un camino de lucha por mantener viva la imagen de su padre.
Manuel Guerrero Ceballos vivió en la clandestinidad desde el golpe hasta el 14 de junio de 1976, cuando es detenido y llevado a Cuatro Álamos y después a Tres Álamos. Liberado el 19 de noviembre de 1976, parte al exilio con su familia, a Suecia primero y a Hungría después. Luego regresan a Chile en 1982.
La mañana del 29 de marzo de 1985, es secuestrado en las puertas del Colegio Latinoamericano de Integración, donde trabajaba como inspector, su hijo estaba en clases en el mismo lugar. Tras la desaparición definitiva de su padre desde el colegio donde trabajaba, Manuel Guerrero Antequera, se transformó en un activista y dirigente juvenil hasta que, amenazado de muerte, tuvo que partir nuevamente al exilio.
El director de este documental, Sebastián Moreno, realizó también junto a Claudia Barril "Habeas Corpus", un documental sobre la labor de la Vicaría de la Solidaridad a partir de un valioso material de archivo. Es justamente la profundidad en la investigación y la documentación lo que hace de "Guerrero" una obra con inmenso contenido histórico.
El autor material del asesinato de Manuel Guerrero es Miguel Estay Reyno, alias "El Fanta", condenado a cadena perpetua. Este hombre forma parte del espectro más doloroso de las violaciones a los derechos humanos: el de los militantes de izquierda que se volvieron perseguidores; aquellos que no soportaron la tortura y se pasaron al bando contrario.
Para su realizador, siguen faltando las historias de los hijos de las víctimas. Guerrero Antequera no sólo fue eso, sino que se convirtió a la vez en un símbolo de la lucha por los derechos humanos, y por la búsqueda de verdad y justicia, que continúa hasta hoy.
Romy
Valenta