UST Valdivia

Chile en las últimas décadas presenta un aumento progresivo de la población adulta mayor, la cual corresponde a un 11,4% de la población total según datos del INE. Este porcentaje podemos traducirlo a 1.717.478 personas, cifra que continuará en ascenso, cuando se actualicen los datos.

Al traducir este porcentaje, podemos constatar que esta población requiere una especial atención, la cual está relegada a un segundo plano de la agenda política por temas de otra contingencia como salud, educación, trabajo.

Pero, ¿cómo entender la relevancia de este fenómeno y cómo abordarlo?

Una de las primeras dificultades para el Estado radica en la implementación de políticas públicas que puedan tener una proyección en el tiempo y el trabajo se debe orientar fuertemente a favorecer un envejecimiento activo.

Sin duda, una de las principales labores a las cuales estamos convocados es a empatizar con esta población etaria, la cual es una mirada a nuestro futuro, por lo tanto el entusiasmo por mejorar este escenario es primordial.

Por eso no sólo es de vital importancia fortalecer el trabajo realizado hasta el momento con personas que están altamente comprometidos en su estado de salud y calidad de vida, si no que también se debe potenciar el trabajo con adultos mayores autovalentes, donde el desafío es proporcionar mayores espacios de participación social, que les permita mantenerse conectados al tejido social de manera activa.

Para lograr esto se debe realizar un esfuerzo multisectorial, donde el entorno pueda favorecer esta participación, como el transporte público accesible, fortalecimiento de asociaciones de adultos mayores, aumentar eventos sociales que no solo se enfoquen en eventos puntuales, si no que signifiquen un construir cotidiano.

Rubén Soto

Director de Terapia Ocupacional

Hace más de 20 años que Francisca Cea realiza clases de manualidades en su casa-taller del sector Angachilla, en Valdivia. Oriunda de Concepción, estudió secretariado, pero nunca ejerció. "Mi padre decía que una tenía que estudiar algo que pudiera darme de comer y que después podía dedicarme al arte. Y eso hice", comentó.

Desde que estaba en el colegio, Cea fabricaba su ropa o modificaba la que ya tenía. "Siendo la mayor de seis hermanos, era un tema importante. Yo tenía que recorrer Concepción entero buscando las anilinas. Por esos años conocí el Shibori", dijo la artesana.

"También, me dedicaba a hacer muñecas de trapo, más que nada por el placer de hacerlas y para regalarlas en Navidad o cumpleaños. Pero muchas de mis compañeras comenzaron a preguntar por precios, comencé a venderlas y esa plata la tenía para mis gastos, que no eran muchos", agregó.

Después de casarse, el mismo día de su titulación como secretaria se fue a vivir a Curicó, a la fábrica de Iansa, donde estuvieron cerca de siete años. "Un día le ofrecieron a mi marido venirse a la planta que reabrirían en La Unión y que era sólo por dos años. Teníamos dos niños chicos, así que aceptamos, sin imaginas que estaríamos acá hasta ahora", dijo.

¿Cómo comenzó el tema de hacer clases?

-En una comida, cuando mi marido cumplió 10 años en la empresa, la señora del gerente de Iansa me dijo que quería tomar clases de pintura. Comenzó como a los dos días. A la semana tenía cuatro alumnas, a las dos, ocho y así, hasta que en un corto tiempo, tuve 200 mujeres tomando clases conmigo. De hecho, la Municipalidad de La Unión tomó mi proyecto y me hice conocida afuera, porque iba como representante de la comuna a otros lugares. Cuando finalmente cerró la empresa, nos vinimos a Valdivia y me construí la casa-taller, tal y como yo la imaginé. Con una puerta lateral y que no interrumpiera la vida familiar.

¿Qué talleres son los que realiza actualmente?

-Shibori, con el que comencé. Además, hago talleres de telar, muñecas de fieltro, mandalas, ecoprint, batik, flores prensadas y ahora, jabones saponificados. Son talleres de una o dos veces a la semana, de tres o cuatro horas de duración. También hago clases intensivas, en las cuales voy a buscar a las alumnas al aeropuerto y se quedan durante una semana, trabajando todo el día. Y la otra modalidad de talleres, es que alguna persona experta en algún tema o manualidad, realiza un taller en mi casa. Así, aprovecho además para ser alumna. Siempre he dicho que si voy a hacer un taller, tiene que ser con la mejor en ese arte, para enseñarles lo mejor a mis alumnas.

¿Cuál es el perfil de sus alumnas?

-Hay muchas mujeres que son adultas jóvenes, profesionales que ven esto una forma de desestresarse. Y ellas llevan a sus mamás como regalo, a tomar estos talleres. Es un ambiente muy lindo el que se forma.

¿Cuál es la percepción que tiene acerca de los jóvenes?

-Creo que en la época actual todo es desechable, la ropa, las cosas, en cambio en mi generación éramos más sencillos, más simples.