Creatividad para la escuela
Nuestros niños viven en contextos saturados de información, de conocimientos frecuentemente fragmentarios e interesados en los aspectos más diferentes, distantes y lejanos en el espacio y en el tiempo. Si adicionamos la masividad del ingreso temprano de los niños a la escuela, requiriendo ya no solo atención al desarrollo cognitivo, sino que a los aspectos emotivos y del comportamiento individual; entonces nuestras escuelas tienen nuevas tareas.
Una de las mayores dificultades que se debe enfrentar es el academicismo dominante en nuestros establecimientos escolares, donde predomina el aprendizaje de las disciplinas y no su utilización como herramientas para que los estudiantes reconstruyan progresivamente y de forma reflexiva sus modos espontáneos de pensar, sentir y actuar su cultura experiencial.
Nuestra escuela debe asumir la autonomía de la cual goza en nuestro sistema educacional para reemplazar el currículum disciplinar y la obsesión academicista por uno basado en problemas organizado en diferentes proyectos de trabajo, interpretación y experimentación.
Cuando la escuela solamente provoca aprendizajes disciplinarios de contenidos vitalmente indiferentes, que se aprenden para aprobar exámenes y luego olvidar, no se estimula su aplicación consciente y reflexiva en la vida cotidiana; los contenidos y métodos de las tareas académicas deben evaluarse por su capacidad para explicar o clarificar los problemas complejos que rodean la vida de los estudiantes y por su utilidad para favorecer el diseño de estrategias relevantes de intervención y solución de problemas.
En la comunidad de aprendizaje que visualizamos para la escuela, los estudiantes deben ser el núcleo de los diseños s tiempos deben transformarse y dejar de ser funcionales a la transmisión de conocimiento disciplinar, en espacios cerrados y compartamentalizados, en horarios fragmentados y ordenados jerárquicamente.
La enseñanza que se demanda hoy requiere un marco espacial y temporal flexible.
Siguiendo a Piaget, el objetivo principal de la educación en las escuelas debería ser la creación de hombres y mujeres que son capaces de hacer cosas nuevas, no simplemente repetir lo que otras generaciones han hecho; hombres y mujeres que son creativos, inventivos y descubridores, que pueden ser críticos, verificar y no aceptar todo lo que se les ofrece.
Carlos Delgado Álvarez Director Macro Zona Sur Agencia de Calidad de la Educación
Basura electrónica
Hoy cada chileno en promedio genera 8,7 kilos de basura electrónica. Basura que solo el 20% es tratada y esta almacenada en los hogares del país, esto incluye desde los teléfonos celulares hasta una lavadora. Generar políticas públicas que promuevan el reciclaje debe ser prioritario, si el intercambio de bienes genera prosperidad para una sociedad, no debemos dejar residuos que afecten de forma negativa nuestra economía y medio ambiente, es necesario facilitar el traslado de residuos desde las zonas más alejadas a centros especializados, con el objetivo de recuperar componentes de alto valor como cobre, aluminio y variados metales preciosos, que por ningún motivo deben llegar a contaminar el medio ambiente.
Se estima que la valorización de esta basura electrónica es de más de 55 mil millones de dólares, cifra no menor para algún visionario emprendedor, que podría dedicarse a esta nueva minería no convencional.
Gonzalo Valdés Lufi Ingeniero Comercial gonzalopablo.valdes@gmail.com
Tras los pasos de la pobreza
De acuerdo al Registro Social Calle 2017 realizado por el Ministerio de Desarrollo Social, en Chile existen 10.610 personas en situación de calle, de las cuales un 85% son hombres y el 15% mujeres.
Son cifras que además consideran las razones por las cuales una persona cae en esta condición: consumo excesivo de alcohol y drogas y problemas familiares, en ese orden. Si bien la discusión del día a día contempla que una sociedad moderna que aboga por la inclusión y la igualdad no debería tener estos problemas, resulta paradójico que las cifras que arrojan las distintas mediciones se mantienen en rangos similares y la realidad no cambia o se aprecia un avance precario.
Entonces vale preguntarse cuál es la falla, qué se está haciendo mal. En ese contexto es necesario obviar los fríos indicadores macroeconómicos y dirigir la mirada a factores valóricos y éticos para animarse a poner el dedo en la llaga de una sociedad que prefiere dar la espalda a la pobreza.
El desafío para las nuevas autoridades es grande y desde ya es obligación periodística recordar lo que el programa de gobierno del presidente Sebastián Piñera postula sobre el particular en su Plan Nacional para la Superación de la Pobreza: Ingreso Ético Familiar, fortalecimiento del empleo y educación, ampliación de bonos, subsidio al empleo joven, erradicación de campamentos (a largo plazo - 2026), fortalecer el programa Noche Digna y la creación de un plan de apoyo a personas en situación de calle, entre otras apuestas declaradas.
La premisa es que Chile tiene los recursos para combatir la pobreza y en ese entendido es que las promesas serán revisadas en cuatro años más.
Ignacio Paz Palma Fac.Comunicaciones, U. Central