Ruta a Niebla
¿A quién le corresponde limpiar y despejar la señalética en la Ruta T 350 a Niebla...al MOP, a Vialidad, o al Municipio? Pregunto porque todo está muy sucio y los arbustos se han encargado de tapar muchas señales.
Héctor Flández hectitor77@yahoo.es
Cielo de agua
Recordé a Heidegger hace algunos días en el Aula Magna de la Universidad Austral. Y lo recordé a propósito de la Poesía. Sí, así con mayúscula. Esa que está en la esencia de toda obra de arte. Más allá del lenguaje que el poeta, el artista, utilice. Y quiero explicar el porqué de esta memoria.
"Cielo de agua", la película de las hermanas Poseck, es una historia contada muchas veces, de mil maneras diversas: la muerte de lo antiguo y su reemplazo por lo nuevo. Toneladas de celulosa convertidas en nuevo papel alimentan los documentos, los diarios, los libros, los envases, de todo el mundo. El antiguo bosque muere: los árboles, los musgos, los animalillos delicados. El nuevo empresario surge pujante, vital. La vieja soñadora del bosque, la de historias ocultas y arcanos innombrables, muere. Es el progreso. Pero ¿es bueno este progreso? ¿Es natural, es el avance arrollador de la historia y de la vida? ¿Es irremediable? Todo esto nos plantea "Cielo de agua" con la voz más profunda del espíritu humano, la voz de la Poesía.
El desarrollo de la historia es escueto. Parece ser una simple armazón para soportar la operación de verdad que sustenta, que es justamente la esencia del arte. Y este arte es muy nuestro. Que resuenan en él múltiples influencias -Tarkovsky, Fassbinder y, sobre todo, me parece, Bergman-, claro que sí. Bienvenidos sean, cuando aúpan una historia más nuestra que nuestro río y nuestro cielo mismo. La historia de un conflicto inmanente a nuestro ser valdiviano de hoy.
Margarita y María Eugenia Poseck han puesto un hito más en nuestro cine. Lo han hecho afirmando un cine de autor, de autoras, un cine que sólo podría haber sido hecho por mujeres y sólo por esas mujeres. Un cine con impronta "Poseck". Lo han hecho con palabras que parecen encerrar siempre la partícula "mor". Porque, lo hicieron con poquísimos recursos, morosamente. Porque, demoraron siete años, que supieron no sólo de determinación, sino también de una desesperanza tan profunda, que casi las hace abandonar el proyecto, según propia confesión de las autoras. Y, finalmente, porque "Cielo de agua" revela un amor profundo por el cine, por la Poesía, aquella que revela al ser humano más íntimo; y, que revela también un profundo amor por su ciudad: la ciudad de cielo y agua.
Roberto Matamala Elorz matamalaelorz@gmail.com
Sobre Humedales
Respecto de la carta publicada hace unos días atrás, quiero expresarle que no deja de llamarme la atención que se trate de defender lo indefendible. ¿Puede ser sujeto de expropiación un bien nacional de uso público, puede ser que se trate de justificar, por la vía del derecho de propiedad, en este caso inexistente, destruir uno de los mayores patrimonios naturales de nuestra región y país; es necesario explicar una y otra vez cuál es el valor de los humedales, además de su aporte a los ecosistemas y turismo?
Todo haría pensar que el sentido común explicaría por si sólo la importancia de su cuidado.
Al respecto quisiera hacer referencia al Oficio 006459 del Consejo de Defensa del Estado del año 1991, que establece que los terrenos inundados en el año 1960 y han permanecido inundados, no volverán a sus anteriores propietarios.
¿Entonces pueden ser argumentos suficientes la necesidad de establecer servidumbres de paso a los bienes nacionales de uso público o que estos estén cercados para prohibir su acceso, para justificar no protegerlos; es esta la forma de enfrentar un problema que nos afecta a todos; o simplemente, es tan bueno el negocio de recuperar estos terrenos, que el bien común debe supeditarse al presunto derecho de propiedad?
Creo que argumentaciones como estas dan cuenta de no entender nada de nuestra responsabilidad respecto del medio ambiente y el legado que dejaremos a nuestros hijos y nietos. Implican una mirada de corto plazo, antisocial y egoísta respecto del rol del individuo y su responsabilidad en la sociedad moderna.
Somos una región en un sesgo ambientalista, lo que se explica precisamente por impactos que han sensibilizado a la opinión pública respecto del rol de la sociedad en la preservación y cuidado de nuestro entorno, llevando muchas veces las exigencias al límite de poner en riesgo el desarrollo y crecimiento regional.
Por esto es necesario tener una mirada de concenso, de cuáles son las condiciones para el desarrollo de actividades productivas, que permitan el nivel de confort que deseamos.
Afortunadamente, cada día hay más voces en el sentido correcto. Esto es, que somos una sociedad donde todos los individuos son responsables del cuidado del medio ambiente, cuidado que debe ser un valor. Sólo cuando internalicemos estos conceptos, lograremos el cambio que necesitamos urgentemente.
Fernando Echevarría Rodríguez f.echevarria.r@gmail.com