Tres lutieres cuentan lo que los músicos deberían saber de sus propios instrumentos
RESGUARDO. En el 25° Campamento Musical, se habilitó una sala donde trabajan Alexander Jara, Adolfo Muñoz y Simón González.
Con el inicio de las clases del 25° Campamento Musical Marqués de Mancera, también comenzó a funcionar una sala especial en la Escuela Juan Bosch de Niebla. Está en el segundo piso y es donde trabajan tres lutieres que fueron convocados a prestar auxilio con los instrumentos.
Se trata de una labor principalmente de mantención y en casos excepcionales, de reparación de daños de distinto tipo. Es en este ejercicio, que los profesionales además, se han percatado del grado de conocimiento y cuidado que tienen los niños y jóvenes músicos, en relación a sus propios instrumentos.
Expertos
Adolfo Muñoz es de Chillán y Alexander Jara es de Santiago. Participan por tercer año en el Campamento que organiza la Universidad Austral de Chile y atienden a los vientos y maderas, además de bronces (pero exclusivamente si se trata de emergencia).
"Lo que esperaríamos de participantes de cualquier campamento, es que lleguen con sus instrumentos en un buen estado de mantención. Por lo general, eso no ocurre y se debe a la edad de los músicos, o sea son muy niños y no le toman el peso a lo que están haciendo o bien sus profesores no los han preparado bien en ese aspecto. También está el factor de que muchos tocan con instrumentos prestados, entonces no les importa cuidarlos", dice Muñoz.
Limpieza, aceitado y ajuste son las tres intervenciones estándar que los especialistas sugieren aplican al recibir encargos. Adolfo Muñoz, explica: "De no hacerlo, se puede llegar a un estado grave que es que el instrumento simplemente deja de sonar. El daño es causado por una multiplicidad de factores, entre los que se cuentan los ambientales y en este caso, la humedad y la salinidad del aire de la costa que afecta los aceites que no son sintéticos, bloqueando los mecanismos que producen los sonidos. Lo que recomendamos es una mantención de al menos una vez al año".
Cuerdas
A los 13 años de edad y bajo la instrucción de su padre, Simón González comenzó a formarse como luthier. Hoy tiene 23 y uno de los principales referentes del oficio, a tal grado de que el violinista barroco Raúl Orellana le ha confiado su instrumento en más de una ocasión.
González también es de Santiago, donde actualmente estudia violín. "Ser músico es una ventaja porque permite entender de mejor forma los problemas que te traen los músicos. Por lo general, los más jóvenes suelen no manejar información básica, de estructura de sus instrumentos y por eso terminan empecinados en sacar sonidos que nunca ocurrirán por no contar con una herramienta adecuada", aclara.
Hasta ayer, el había atendido problemas derivados de por ejemplo, de ajustes mal hechos. "Los malos cuidados del puente en violines y violas es lo más frecuente también. Muchos creen que esta pequeña pieza de madera las va a durar por siempre, pero hay que tratarla con cuidado. No debe perder nunca el ángulo para el cual está hecha, de lo contrario lo que ocurrirá con el instrumento, es similar a lo que le pasaría a tu espalda si es que subieras un cerro con una mochila cargada con piedras. La idea siempre es evitar un daño irreparable con el simple hecho de conocer más y mejor la principal herramienta con la que trabajas como músico".
En el ranking personal del luthier, los violonchelos ocupan el primer lugar en términos de falta de mantención. Le siguen los violines y las violas. "Hasta el momento acá no he recibido nada que sea preocupante, por lo que asumo que existe cierto grado de preocupación".
El de Mancera, es el primer campamento en el que participa González reparando instrumentos. Sin embargo, tiene experiencia como luthier en eventos igualmente masivos como los encuentros organizados por la Fundación de Orquestas Juveniles e Infantiles de Chile, en los que ha llegado a recibir hasta 25 trabajos diarios.