Profesores de Campamento Musical describen las vallas a superar de sus estudiantes
PROGRESOS. A cinco días de finalizar la experiencia formativa, jóvenes instructores evalúan el rendimiento de los nuevos talentos.
Cada enero, las salas de la Escuela Juan Bosch de Niebla se vuelven espacios para el perfeccionamiento en la práctica de diversos instrumentos. Los organizadores del Campamento Musical Marqués de Mancera se encargan de convocar a niños y jóvenes de todo el país y a quienes serán los responsables de guiar las clases. De esta forma, el grado de dificultad queda establecido por los repertorios y por el tipo de orquesta que integran los músicos.
Para acceder al Campamento las audiciones son en video. Y de quienes logran una evaluación positiva en ese proceso, se espera un alto rendimiento durante los nueve días de clases. Pero no siempre es así.
Daniel Leiva es violinista de la Orquesta Filarmónica de Los Ríos y este año debuta como profesor de los violines primeros de la Orquesta Avanzada.
"Se podría pensar que no hay muchas falencias, pero aún así nos encontramos con vacíos técnicos o de disciplina. Hay algunos casos de niños con un mínimo de tres años de práctica, lo que igual es poco tiempo en relación al tipo de repertorio que abordamos y aunque puede ser un obstáculo, no significa que no podamos avanzar", explica. En general, el músico atribuye las carencias a factores como práctica del instrumento sin un profesor o bien, que muchos no han vivido aún la experiencia de tocar en una orquesta.
"Son factores que afectan lo que podemos lograr como grupo, pero que también nos ponen a prueba en la forma que debemos llegar a ellos, entendiendo sus problemas. En algunos casos, hay una gran diferencia entre lo que audicionaron y lo que muestran una vez que están en el Campamento. Cuando los alumnos no rinden lo que uno esperaría, se podría suponer que es porque se concentraron solamente en pasar esa primera evaluación", agrega Leiva.
Ascenso
Alguna vez el joven violinista Lucas Cañoles tomó clases en el Campamento. El año pasado trabajó como profesor de los músicos de la Orquesta Infantil Juvenil Cifan junto al director Pablo Matamala, lo que le sirvió como plataforma para ahora ser profesor de catorce violines primeros de la Orquesta Infantil en Niebla.
"El nivel es inicial. Algunos por ejemplo tienen solo ocho meses en el instrumento y otros no saben leer partituras, lo que dificulta el avance de quienes sí saben. Lo desafiante es buscar las formas de nivelarlos, de que no se sientan excluidos y de que los son un poco más avanzados, puedan ayudar al resto. El apoyo entre todo es fundamental", indica.
En un campamento de nueve días de duración, la meta es llegar a los conciertos de cierre con un elenco infantil capaz de pararse frente al público. Lucas Cañoles (actual alumno de Dmitry Kolbasenkov en el Conservatorio de Música Uach) dice que mejorar las habilidades en el instrumento y esa experiencia de tocar en vivo, van de la mano por permitir mejoras a nivel individual y grupal.
La labor del músico en el aula es junto a María José Chatre. Ambos recibieron ayer el apoyo de Christian Kausel. "Ese tipo de colaboraciones también son un aprendizaje para mí en cosas nuevas de técnica o metodología".
La ansiedad
Entre los profesores del Campamento, uno de los que tiene más experiencia es Cristóbal Alarcón. Es músicos de las filarmónicas de Temuco y de Los Ríos y estudiante del Conservatorio de Música Uach con Florángel Mesko.
En las aulas de Niebla es responsable de la flauta traversa. "Aunque por categoría se les llama 'básicos', el grupo bien podría ser avanzado ya que se han esforzado mucho y están tocando al máximo de sus capacidades. Siento que las principales falencias son de disciplina y de ansias, lo que atribuyo a la corta edad que tienen en relación a lo mucho que quieren conseguir buenos resultados a corto plazo", indica.
En un rápido análisis luego de poco menos de una semana de clases, Alarcón señala como vallas cosas que para otros podrían no ser importantes, pero que afectan llegar a la meta: "Cosas tan simples como obviar la respiración al momento de tocar y no meditar en relación a lo que estamos haciendo. Este campamento es una gran oportunidad para pasarlo bien, pero no se debe olvidar que también perseguimos el objetivo de que los músicos que vienen a trabajar con nosotros, se pueden volver a sus ciudades, con mejores habilidades y, por muy niños que sean, igual deben entender eso".