A fines del 2018 El Mercurio sacó a la luz un dato esperanzador para el agro nacional: según estándares del Banco Mundial y de la OCDE, en Chile poco más de un 30% de la población habita en zonas rurales.
Pero ¿cómo se llegó a esta cifra? Resulta que por años el Instituto Nacional de Estadísticas (INE), medía la ruralidad del país considerando localidades de menos de 2 mil habitantes, con lo cual dicha variable se estimaba sólo en un 13%.
Sin embargo, el Banco Mundial en 2005 y luego la OCDE en 2014, incorporaron un criterio de mayor densidad y lejanía: es decir, tiempos de viaje a centros urbanos de cierto nivel de población. Con este cambio, la ruralidad en el país subió a un 32% y 35%, respectivamente.
¿Lo mejor? Es que este último criterio ha sido incorporado por el actual Ministerio de Agricultura (Minagri) en su estrategia de desarrollo rural territorial.
Como Saval FG hemos sostenido que tener una menor tasa de ruralidad impacta a nivel de políticas públicas y en la calidad de vida en el campo. Y no es menor, ya que con dicho dato se regulan desde cuántos caminos y puentes son necesarios financiar para dar conectividad, o cuánta señal de Internet debe llegar a una determinada zona.
Lo complejo de todo esto, es que un desfase en el acceso a servicios básicos o de conectividad en zonas rurales, restan ampliamente las posibilidades para que tales lugares accedan a inversión privada, lo que a fin de cuentas genera menos desarrollo y empleo bien pagado, aumentando la "mudanza obligada" de miles de personas desde el campo a la ciudad.
Desde Saval FG valoramos estos nuevos datos, pues así se podrá alcanzar una mayor equidad entre la ciudad y el campo en cuanto a la disposición del presupuesto nacional, en virtud de que son las zonas rurales las que aportan gran parte de la alimentación del país, generando en conjunto miles de puestos de trabajo y productos de calidad.
En buena hora se genera este cambio, porque al final, no somos tan pocos quienes vivimos en el campo.
Víctor Valentin Presidente Saval FG