"En igualdad de género hay muchos temas que ni siquiera están en el debate"
ANÁLISIS. Frente a la próxima conmemoración del Día de la Mujer, la abogada apunta a lo que falta por avanzar en materia de género.
Yanira Zúñiga Añazco integró la primera generación de Derecho de la Universidad Austral de Chile. Llegó desde Llanquihue, región de Los Lagos, y decidió quedarse en Valdivia. La carrera estaba en formación y la casa de estudios quería contar con un cuerpo de académicos estable para garantizar su mejor desarrollo.
La exigencia de estudios de postgrados a los docentes significó para la abogada la posibilidad de que la universidad le patrocinara una beca para realizar especializarse en el extranjero, la cual iba vinculada, a su retorno a Chile, a una oferta de trabajo. Yanira Zúñiga señala que hubo una convergencia entre sus intereses personales y las necesidades estratégicas de la Uach.
Sus estudios de doctorado los hizo en la Universidad Carlos III ( 2004) de Madrid, en España, y en 2007, realizó un postdoctorado sobre género y paridad en la participación política, en la Universidad de Toulouse Le Mirail de Francia.
La docente está vinculada hace 20 años a la Universidad Austral de Chile. Y su línea principal de investigación son los derechos humanos y género. Sobre esa materia, cuenta con una extensa lista de publicaciones, como por ejemplo, "Derechos sexuales y reproductivos en América Latina", "Una propuesta de género en el marco de un (eventual) debate Constituyente", "La participación política de las mujeres, un análisis de sus estrategias teórico-normativas y de su efectividad práctica".
-¿En qué momento de su carrera profesional se comienza a relacionar con temas de género?
Tenía un interés muy incipiente antes de comenzar mis estudios doctorales, en parte porque a principios de 2000 se empieza a analizar en los debates jurídicos nacionales cuestiones relativas a los derechos de las mujeres sobre todo en relación con la protección respecto de la violencia y del acceso a la justicia. Es un tema que emerge en el escenario nacional y llamó mi atención y, luego, durante mis estudios doctorales. Por supuesto, en Europa éste era un tema cuyo debate llevaba más tiempo y donde había mayor interés y estaba consolidado como una línea de investigación. Además, se dio la casualidad de que mi opción en estudios doctorales fue relativa a derechos humanos. Esa es mi área de formación de postgrado y dentro de los derechos humanos la perspectiva de género. En mi decisión de optar por este tema incidió no sólo verlo como una perspectiva de activismo, sino como una perspectiva de pensamiento que era la manera en que también se trataba en ese momento en Europa, a sabiendas que al regreso a Chile era un poco difícil que se incorporara en ese momento como una línea temática dentro de las universidades.
-¿Y efectivamente fue difícil incorporarlo?
Al principio sí, porque no siempre se entendía como un tema técnico, sino como una opción política, que lo es también, pero que además se puede explorar como una línea teórica- conceptual, que es lo que yo hago. Supongo que nadie que trabaje en estudios de género, o sea, que lo haga desde la perspectiva jurídica o desde otras dimensiones de la vida social, lo hace sin tener una convicción sobre la justicia, pero la convicción no lo es todo, como en cualquier otra área de desarrollo profesional hay una experticia detrás de esa concepción. Al principio resultaba difícil sobre todo porque las universidades, incluso hasta ahora y en este sentido la Universidad Austral de Chile puede ser una excepción, no han tenido un reflejo de esa preocupación por los estudios de género. Por ejemplo, en su oferta de pregrado casi no hay cursos de género. Eso es una dificultad cuanto tú eres académico, porque uno se especializa en algo que luego ofrece como curso, pero con el tiempo se ha ido abriendo un terreno y consolidando como una perspectiva jurídica relevante.
-¿Se acerca la conmemoración del Día de la Mujer, qué debería significar esta fecha en el contexto actual?
La conmemoración del Día de la Mujer me parece que sólo ha adquirido importancia recientemente dentro de las fechas del calendario, porque hace varios años no sé si era una fecha que fuera conocida, en primer lugar, y mucho menos conmemorada política o públicamente. Me parece que es el resultado de las movilizaciones feministas recientes. Y dado ese contexto en el que se inserta esta conmemoración creo que debiera pensarse como una reflexión acerca de lo que todavía resta por avanzar, más que hacer un balance de lo que hemos avanzado. Todas las fechas de conmemoraciones de objetivos de justicia social tienen en común ser un horizonte, que es escurridizo porque siempre que uno avanza un poquito el horizonte se aplaza un poco más. Entonces, me parece que lo común de estas fechas es que la lista de lo que se ha hecho siempre será menor que la lista de lo que queda por hacer y eso es inevitable. Esto no equivale a ser pesimista sino sólo a tener claro que esto es un proyecto político.
-Desde su perspectiva, ¿qué tan lejos estamos como país de alcanzar la igualdad de género?
Creo que las agendas de género son un proyecto de igualdad social complejo per se, porque por alguna razón que, probablemente un sociólogo o un antropólogo estarían en mejor posición que yo para explicarlo, pareciera ser que las sociedades tendemos a aferrarnos a las desigualdades como forma de organización social. La gente se aferra a los privilegios y no es tan obvio que esté disponible a ceder esos privilegios para que otro alcance una posición similar a la de uno. Probablemente esto es la expresión de esa idea de que los seres humanos somos 'naturalmente egoístas' o socializados para serlo y esta especie de tendencia, no sé si natural o adquirida, hacia el egoísmo complica los objetivos de la igualdad. Creo que en particular en las cuestiones de igualdad de género hay mucho trabajo por hacer, porque hay muchos temas que ni siquiera están en el debate público ni traducidos en un debate legislativo, pero, por otro lado, incluso en los temas que se avanza luego surgen retrocesos en la aplicación de esas normas o formas de repensar el asunto que generan un reposicionamiento de los privilegios. Desde ese punto de vista, claro que a Chile le falta mucho como al resto del mundo le falta mucho.
-La violencia contra las mujeres está muy vinculada a las brechas de género, ¿las instituciones no las están protegiendo?
Esa pregunta es difícil de responder en términos binarios, diciendo si lo comparto o no lo comparto, porque en muchos casos ha habido avances institucionales, por ejemplo, reformas estructurales o cambios de prácticas. Si uno piensa en la recepción de las denuncias que hacían las mujeres de violencia intrafamiliar en la década de los 90 versus la que hacen hoy día, probablemente es mucho mejor en el sentido de que se pone menos en cuestión , hay estructuras especialmente puestas a disposición de la ciudadanía para canalizar esas denuncias, hay campañas. Si se mira desde esa perspectiva uno podría decir que hay progreso, pero quizá lo que ocurre es que nuestras expectativas de la protección institucional o, como se suele decir, que las propias estructuras institucionales no violenten hacia las mujeres son mayores que las que teníamos hace dos o tres décadas y al mismo tiempo descubrimos o nos preocupamos por una serie de maltratos que antes ni siquiera calificábamos como maltrato. Por ejemplo, hoy hablamos de violencia obstétrica para referirnos a los casos en que las mujeres cuando están en el proceso de gestación y, sobre todo, en el parto son maltratadas por el personal de la salud. ¿Estas prácticas son nuevas? No, pero probablemente nuestras madres o nuestras abuelas lo asumían como una situación que tenían que pasar mientras que una mujer que gesta hoy día tiene un cuestionamiento respecto de esas prácticas.
-¿Las redes sociales han incido en el incremento de esa violencia hacia las mujeres? Se lo pregunto, por ejemplo, por la reciente aparición de Nido.org que está siendo investigada.
Las redes sociales son una herramienta que según como se mire y según los usos que tengan podrían ser positivas o no. ¿Cuándo se transforman en una herramienta de empoderamiento de las mujeres? Cuando se han hecho denuncias por redes sociales de casos que por déficit institucionales no han sido realizadas en el sistema penal. Todos los casos del movimiento Me Too son eso, por lo tanto ahí uno podría ver un uso positivo. Pero como estas herramientas son una amplificación de dinámicas sociales creo que también muestran el lado oscuro de esas dinámicas sociales. ¿Qué es lo que sabemos? Que el empoderamiento de las mujeres va también seguido por un recrudecimiento de la violencia y al ser las redes sociales anónimas permiten que la gente diga cosas que no se dirían frente a frente, porque frente a frente tenemos controles sociales y las redes, en cambio, lo que hacen es relajar esos controles sociales. Respecto del caso de esta página Nido.org, más que al problema de las redes sociales nos confronta a la falta de regulación del uso de éstas en Chile y ahí tenemos un problema grave.
-Otra brecha se da en el ámbito de la política, ¿la representación en ese sector ha mejorado?
Si por representación política entendemos sólo que tenemos más mujeres en los puestos de toma de decisiones políticas, es obvio que con la reforma que introdujo la ley de cuotas para las elecciones parlamentarias aumentó muchísimo la presencia femenina y, en ese sentido, el balance de esa regla es bastante positivo. Ahora, tampoco se acerca a una representación paritaria que es el horizonte que está descrito por los movimientos feministas y que es también uno de los objetivos del programa de Naciones Unidas en materia de derechos de la mujer, entendiendo que un Parlamento debería distribuirse de una manera más apropiada en el sentido de reflejar mejor la composición social. Desde esa perspectiva, la reforma chilena ha sido positiva, el problema es que se aplica sólo para tres elecciones futuras y ahí cesarían sus efectos y habría que ver si un cambio de tal profundidad subsistiría más allá de esas tres elecciones como el resultado natural de un cambio social. No hay mucha razones en los estudios comparados en la evidencia de otros países para pensar que un cambio de tal calado se produciría así espontáneamente después de tres elecciones. Al contrario, lo más probable es que si no se reforma la ley y no se establece una postergación haya un retroceso en la participación.