Valdivia cuenta con pocos edificios que cumplan con la nueva ley de acceso universal
DISCUSIÓN. Terminó el plazo legal para que los recintos de uso público faciliten el paso a personas con movilidad reducida, pero en la capital de Los Ríos son escasos los que respetan la normativa.
La semana pasada finalizó el plazo de tres años que la Ley de Accesibilidad Universal otorgó para que los edificios de uso público construidos entre 1994 y 2016 hicieran obras necesarias para garantizar el acceso y desplazamiento para personas en situación de discapacidad. En su momento, el anuncio fue tomado con una señal efectiva de cambio, aunque el balance actual es dispar.
La puesta en marcha de la disposición no fue necesariamente con la presentación de un diagnóstico regional sobre lo que se esperaba mejorar. Por lo mismo, el análisis de la situación actual por parte de usuarios y autoridades, tiene como base lo positivo, pero a la vez lo urgente que significa seguir avanzando en la materia.
"Fue en 2010 cuando ya se estaba hablando de la accesibilidad universal y del cambio en la Ley de Urbanismo y Construcciones para que se garantizara eso. La nueva normativa simplemente estableció los años de construcción de los edificios que debían adecuarse o construirse respetando la ley y en Valdivia tenemos casos como el de Inacap, donde efectivamente eso se cumplió", dice Javiera Flores, directora del Servicio Nacional de la Discapacidad Los Ríos.
Aunque Senadis no tiene facultades fiscalizadoras, funciona como orientador técnico en aquellos proyectos que plantean modificación a sus accesos y también, como uno de los servicios donde la comunidad ha planteado inquietudes sobre aquellas construcciones que aún están en deuda con los cambios.
La autoridad, aclara: "Avanzar en esta materia es complejo, porque en el caso de los servicios públicos, cada cual debe gestionar sus presupuestos para los arreglos y eso es lento. Lo que ocurre entonces, es que la propia comunidad ha asumido la fiscalización en el sentido de hacernos saber las molestias por un beneficio que en algunos casos no está ocurriendo. Por ejemplo, con frecuencia hemos recibidos reclamos por lo difícil que es acceder al edificio donde funciona el Servicio de Impuestos Internos y la Tesorería General de la República y se están buscando formas de solucionar eso".
Al respecto, Jimena Castillo, directora del SII Los Ríos, aclara que desde hace al menos cinco años se viene abordando el tema. "Estamos en un trabajo coordinado con el resto de los servicios que ocupan el edificio y desarrollando un proyecto de mejoramiento. El problema es la falta de recursos".
Evaluaciones
Sergio Miranda tiene 32 años de edad, es trabajador independiente y con frecuencia debe hacer trámites en el inmueble de calle San Carlos 50. Una malformación ósea de sus extremidades inferiores le impidió un crecimiento normal. Mide 1.30 metros y decidió usar una tabla de skate como medio de transporte, en vez de una silla de ruedas porque complica aún más su movilidad. Y porque sabe que entrar a ciertos edificios sería imposible. Aquel donde funciona el SII es uno de ellos. "Es agotador. Cuando ni siquiera vas subiendo la mitad de todos escalones que tiene, ya no quiero seguir y eso que después hay que bajar. Eso es malo, pero lo peor viene después con los dolores que me dan en el cuerpo por el tremendo esfuerzo que tengo que hacer. Nunca me he dado el tiempo de medir cuánto me demoro en subir y bajar, solamente me voy guiando por el cansancio y eso no es agradable", dice.
Para Miranda la existencia de una Ley de Accesibilidad Universal no es del todo garantía para contar con una ciudad más amigable. Al menos en su caso. "Los cambios no tendrían que ser porque hay una ley, se debería tratar de algo cultural. Por ejemplo, en los colegios las puertas no dan el ancho para las sillas de ruedas y en muchos casos no hay baños en condiciones adecuadas. Parecen detalles, pero no lo son y más aún cuando todo el mundo habla de inclusión y respeto".
Lo mismo cree Verónica Lovera, presidenta del Consejo Comunal de la Discapacidad de Valdivia. El organismo representa a 22 organizaciones que acogen a entre 22 y 35 personas en promedio cada una. Dice que mensualmente reciben hasta cuatro reclamos por accesos inadecuados en distintos edificios, cifra que le parece inaceptable. "Como organización queremos que se cumpla la ley y también que se mejoren aquellos arreglos que a fin de cuentas no son los mejores. Como usuarios del entorno estamos conscientes de las grandes falencias que tiene esta ciudad, que no es precisamente amigable con nosotros. El gobierno local ha tenido muy buenas intenciones, pero eso debe ir de la mano de cosas efectivas, que se hagan bien. No podemos seguir esperando a que salgan leyes que obliguen los cambios, acá se trata de sentido común, de educación y de cultura. Hay una tremenda contradicción cuando hablamos de asegurar el acceso universal, cuando aún sigue habiendo edificios con escaleras que parecen eternas".
Si bien la dirigenta valora lo positivo de un mandato que obliga a hacer más amables los edificios, cree que el foco de la accesibilidad debe ser mucho más amplio. "Y partir, por ejemplo, con el transporte. A veces ser discapacitado parece ser un problema para los colectiveros que no nos paran y ni hablar de las micros, que tampoco tienen muchas comodidades".
Se trata entonces un proceso constante de readaptación. Al menos así lo cree Sergio Miranda, que además es dirigente del Club de Básquetbol Adaptado de Valdivia que integran 20 deportistas discapacitados. Entrenan tres veces por semana en el complejo deportivo de Arauco, lugar que, pese a la lejanía con el centro, es uno de los pocos que cuenta con las condiciones básicas para lo que implica hacer deporte en silla de ruedas. "Y aunque eso es positivo, tenemos el problema de cómo llegamos hasta ese lugar. Entonces uno se cuestiona, porque si bien estamos todos comprometidos en ayudarnos a salir de lo desalentador que a veces puede ser vivir con limitaciones, siempre van surgiendo nuevas cosas en el camino que nos limitan".
Avances
Junto con revisar su propia infraestructura, la Municipalidad de Valdivia inició desde hace más de un año el mejoramiento de las veredas de la zona centro de la ciudad. Las esquinas fueron habilitadas con desniveles y también baldosas podotáctiles para el tránsito de no videntes.
Eso ha tenido un costo de $300 millones. Para 2019, se espera destinar otros $400 millones que asegurarán la continuidad de este tipo de arreglos y de una intervención anunciada para el Mercado Municipal. "Para ese recinto estamos pensando haber ejecutado obras de accesibilidad universal de aquí a un año y medio. Actualizarnos en esa materia fue una decisión municipal con cargo a nuestras propias arca. Aún queda mucho trabajo por hacer en el centro, que tiene un flujo peatonal bastante grande, también estamos pensando extender esto hacia los barrios", aclara Valeria Hidalgo, directora de Secplan de la Municipalidad de Valdivia.
Donde también hubo avances en 2018, fue en la Universidad San Sebastián con la creación de un Comité de Inclusión Académica. Ello se sumó además a la incorporación de un elevador para silla de ruedas en uno de los edificios que no contaba con accesibilidad universal, modificaciones estructurales en el Instituto de Rendimiento y Apoyo al Estudiante, redistribución de las oficinas que tienen trato directo con personas y mejoramiento de rampas de acceso. "Tenemos bastante trabajo avanzado, considerando la moderna infraestructura de nuestro edificio que concentra la mayor parte de los estudiantes, así como el resto de nuestras instalaciones y las Centro de Salud. Sabemos que aún nos queda por hacer, por ejemplo, en Biblioteca ya se está trabajando en la reubicación de los espacios acondicionándolos para dar respuesta a la accesibilidad universal, estamos atentos a los requerimientos de cada una de las personas que conforman nuestra comunidad educativa", señala Verónica Rodríguez, coordinadora de Formación Integral.
Las consideraciones de la Ley de Accesibilidad Universal también fueron incorporadas en la nueva sede de Inacap en Pedro Aguirre Cerda que fue inaugurada en 2017. Como también en el nuevo edificio de UST Valdivia habilitado cinco años antes.
Karem Mondaca, directora de Asuntos Estudiantiles y miembro del Comité de Inclusión de Santo Tomás explica: "Los cambios que ha tenido en cuanto a tener una infraestructura que vaya a la par con la inclusión han sido varios. Por ejemplo, hemos considerado nuevas rampas para personas con discapacidad de desplazamiento, estacionamientos inclusivos, puestos de atención preferenciales e inclusivos, hemos ampliado los baños, adaptado los lavamanos, y hemos instalado placas podotáctiles en las escaleras, que marcan el inicio y el final de ellas, para las personas ciegas. Por supuesto, como sede, estamos felices de ir incluyendo y cumpliendo con la ley, además de irnos adaptando a las necesidades de nuestros estudiantes".