En general, cuando nos ponemos a pensar respecto al Síndrome de Down, se pueden dar diversos escenarios, algunos con mucha información, otros con total desconocimiento, evidentemente, producto de nuestras experiencias. Es así entonces que a partir del año 2005 se ha querido instaurar un día especial para conmemorar a las personas con Síndrome de Down y hacer conciencia respecto a esta temática. Desde el año 2011 que el 21 de marzo toma significativa relevancia, ya que la ONU designa este día para dedicarlo a las personas con esta condición. Y no es una casualidad el 21 del 3, se relaciona con la combinación genética que se produce en el Síndrome de Down, visto que en el par 21 existe una carga genética adicional que genera sus particulares características. Según Nazer (2002), el Síndrome de Down ha duplicado su frecuencia en los últimos 30 años. Por otro lado, Eclamc señala que esta trisomía se presenta en uno de cada 600 a 700 nacimientos en el mundo, mientras que en el caso de Chile esa cifra llega a uno en cada 450.
Así todo, lo importante en este día no es hacer un análisis estadístico del tema, sino más bien cambiar la mirada sobre el Síndrome de Down, visibilizar a las personas, mostrar sus capacidades y respetar sus derechos, pues toda persona debe acceder y participar de las oportunidades que brinde el medio, basadas en la igualdad y justicia social. En este contexto, es una tarea de la sociedad el generar los espacios y buscar los caminos, para que todos participen de manera activa - independiente de sus características.
Cabe hacer mención que, Chile en el año 2008 se adhiere a la Convención de los Derechos de las Personas con Discapacidad, por lo tanto, asume un rol activo para promover los derechos humanos y las libertades fundamentales de las personas. A esto se suma que en el año 2010 se promulga la Ley 20.422 que habla sobre igual de oportunidades e inclusión social y que permite abogar por los derechos cuando estos sean vulnerados.
Desmitifiquemos la idea comúnmente usada que son niños eternos, que son incapaces de llevar una vida independiente, que tienen una baja esperanza de vida.
Los niños, jóvenes y adultos con Síndrome de Down requieren de los mismos espacios que cualquiera de nosotros para crecer, aprender, jugar, amar.
Paulina Salas Alarcón Directora de Pedagogía en Educación Diferencial USS Valdivia