Digitalización exitosa
Las sociedades actuales están cada vez más determinadas por los avances tecnológicos y el futuro del empleo no podrá concebirse sin la influencia de la tecnología. Así lo afirma Randstad en su estudio "Cómo influye la tecnología en el entorno laboral", el cual asegura que la fuerza laboral del futuro será dominada por la Generación Z, quienes trabajarán en puestos relacionados directamente con ella. Frente a esto, deberíamos de empezar a adecuarnos a una realidad donde tecnologías como el Big Data, IoT, Machine Learning, Deep Learning e incluso la realidad virtual, comenzarán a ser cada vez más habituales en las oficinas del futuro, para así mejorar la experiencia de los usuarios, quienes podrán contar con una mayor cantidad de beneficios para cumplir con sus necesidades.
Ahora bien, para alcanzar lo anterior, es necesario que las organizaciones, que han comenzado a adoptar el proceso de la digitalización, no sólo inviertan todos sus recursos en seguir implementando cada día nuevas tecnologías, sino que puedan aprovechar las existentes. Es un hecho que la tecnología necesita del ser humano, pero si además esta se encuentra bien adoptada por los usuarios, el proceso para alcanzar la transformación digital resultará exitoso.
Como lo señaló la antropóloga Jane Goodall en su momento, "La tecnología por sí sola no basta. También tenemos que ponerle el corazón". Y, esta frase, que puede sonar un poco cliché, resume en su totalidad el tan renombrado proceso de la digitalización. Es cierto que las oficinas necesitan cambiar para que los empleados se encuentren trabajando dentro de un perímetro digital seguro y tengan la posibilidad de trabajar de manera remota, pero, si sólo les otorgamos tecnología tras tecnología, sin valor de fondo, ésta sólo quedará como un simple utensilio que nunca podrá transformarse en una herramienta para lograr el éxito.
María Celeste Garrós Dir. Regional Citrix para SOLA
Placita antigua, pero jovial
En la intersección de las calle Carlos Anwandter y Pedro de Valdivia me reencontré con una antigua plaza, donde pasé momentos felices de mi infancia, hace más de seis décadas.El lugar es un oasis, ya que a pesar de estar rodeado de edificios, se conserva muy bien cuidada y limpia (felicitaciones al Departamento de Aseo y Ornato). Reconocí, con alegría de niño, el mismo rincón de otrora, hermoso, que invita al descanso, a la reflexión y a la lectura. Por residir en una comuna rural y tener que esperar un largo trámite, aproveché de descansar tranquilamente, bajo uno de sus frondosos y frescos árboles, con cómodos asientos, leyendo sin interrupción alguna.
Observé además,a muchos adultos mayores, padres y apoderados, jugando con sus pequeños hijos, esperando, probablemente, la salida del colegio de sus parientes. Por lo que se ve, la plaza es segura, tranquila y alejada del mundanal ruido.
Como dato anecdótico quiero recordar a los lectores que en la cabecera norte de dicha plaza estaba el viejo hospital San Juan de Dios.
Luis Omar Sepúlveda Navarro doncoyosepulveda@gmail.com
Las "caritas" en la evaluación
Hay noticias que sorprenden. Conocido fue el caso de una niña con parálisis cerebral, en el que su madre señala que la estudiante logra comprender lo que se le indica sin mayores problemas. El punto está en que al ser evaluada por una docente, ésta la califica con nota 2,0 y una 'carita triste' timbrada en el cuaderno, en el que se señala: "necesito ayuda".
Resulta contradictorio para nuestro sistema educativo, donde hace sólo unos meses nos encontrábamos debatiendo respecto de eliminar progresivamente las notas en la escuela y hoy, nos encontramos con situaciones como éstas.
Por décadas nuestra sociedad ha entendido que la evaluación es sinónimo de "premio o castigo", de aprobación o reprobación, de ser bueno o malo.Lamentablemente, al interior de las aulas universitarias continúan manifestándose prácticas evaluativas que obedecen a una suerte de medición, sin tener en cuenta el proceso formativo de los estudiantes. Debemos entender que la evaluación representa un acto de aprendizaje para el estudiante.
La clave está siempre en no castigar a través de la evaluación, si el estudiante obtiene una calificación deficiente, entonces es necesario que el docente retroalimente al estudiante y le explique el por qué obtuvo esa nota y que juntos harán un camino para que eso se elimine; ello en el entendido que aún tenemos mucho tiempo para que pensemos una educación en Chile sin calificaciones.
Hay que ser cuidadosos con el tratamiento de las "caritas felices o tristes" en el cuaderno, ya que pueden jugar un factor negativo y terminarán desmotivando o generando una comparación entre aquellos niños que son mejores y aquellos que no lo son.
Evaluar tiene que ser una acción transparente y no un momento de temor en los estudiantes, de lo contrario, se irá perdiendo el auténtico valor que ésta tiene: que los individuos generen aprendizajes para desempeñarse en la vida.
Carlos Guajardo Académico Facultad de Educación Universidad Central