Renato Jara recrea los días en que navegó por las calles de Valdivia
PROTAGONISTA. Otrora junior de una tienda local, aparece en emblemática imagen del terremoto de mayo de 1960. La semana pasada encabezó un recorrido guiado para conmemorar 59 años de aquella tragedia.
El sonido que subió desde la tierra fue tétrico y muy parecido al del motor de un tractor viejo tratando de encender. Esta es la analogía que Renato Jara considera como la más adecuada para referirse a lo que escuchó el domingo 22 de mayo de 1960 en pleno centro de Valdivia. Tenía 23 años de edad, estaba en el Cine Cervantes viendo seriales, cuando ocurrió el primer movimiento telúrico que dice fue "el aviso". La mitad del público salió de la sala, muchos llegaron a buscar a sus hijos y luego de permanecer por un momento en la entrada del edificio, decidió irse como intuyendo que algo peor podría pasar.
Y así ocurrió: a las 15:11 horas un terremoto de 9.5° Richter sacudió a gran parte del sur y dejó a la capital de Los Ríos en el suelo. El movimiento telúrico lo sorprendió mientras caminaba por la cuadra entre las calles Chacabuco y Letelier. Recuerda que mientras trataba de mantenerse de pie, escuchó que una mujer pedía auxilio para sacar a niños que estaban en el otrora Hotel Palace y que junto a un conocido que iba pasando por el lugar, decidieron ayudarla. Desde esa esquina y luego cuando optó por irse a la Plaza Pedro de Valdivia, fue testigo de cómo se derrumbaba parte del edificio donde funcionaba un banco y se partía en dos la torre del Cuartel General de Bombas.
La destrucción fue total. Después vino la calma. Jara tenía que volver al domicilio de calle Yerbas Buenas donde vivía con sus padres, Gilberto y Rita, y sus hermanos Néstor, Rita y Herta. Era imposible transitar por Camilo Henríquez, por lo que se las tuvo que ingeniar abriéndose paso entre los escombros.
En su casa todo eran un desastre. Pero mientras algunos miembros de su familia se fueron a otro punto de Valdivia, él decidió quedarse para cuidar lo poco y nada que aún les quedaba. El resguardo no fue por la eventualidad de los saqueos, sino más bien como respuesta a una extraña sensación de seguir protegiendo lo que la naturaleza había decidido dejarles.Debió pasar al menos un par de semanas antes de que comenzara a llegar la ayuda humanitaria, tiempo en que la única opció fue beber agua sacada de un hoyo hecho en el patio.
Solidaridad
Renato Jara era junior de tiendas Bata, había estudiado electrónica en la UTE y tenía conocimientos en el oficio de armar radios. Trabajaba en un local ubicado en Avenida Picarte y luego del terremoto tuvo que trasladar gran parte de la mercadería que se pudo rescatar, a la tienda del edificio Prales. Le ofrecieron irse de Valdivia a otra sucursal, pero prefirió quedarse por razones económicas. En medio del desastre comenzó a colaborar con sus vecinos. La subida del canal Catrico inundó algunas calles y por eso, optó por "navegarlas" en un pequeño bote en el que llevaba víveres a sus vecinos. Sobre esa misma embarcación es que trasladó a la prensa local y una reportera de la revista Life que vino desde Estados Unidos a fotografíar el desastre.
Entre sus tesoros personales conserva hoy una imagen donde se le ve junto a su hermana Rita a bordo del bote; y otra, mucho más popular y de acceso público gracias a internet, donde con sombrero, terno, corbata y abrigo, camina por calle Camilo Henríquez con un devastador panorama a su espalda.
"El terremoto fue tremendo. Murió mucha gente y pienso que pudo ser peor. Afortunadamente ese día las personas andaban de paseo, no habían grandes multitudes en la ciudad. Me tocó ver cosas traumáticas y me vino una depresión que me tuvo sin comer por varios días. A fin de cuentas, todos salimos adelante y ahora podemos contar todo esto", explica.
En los meses posteriores a mayo de 1960, Valdivia recibió ayuda de Estados Unidos, entre otros gobiernos. Llegaron aviones con pilotos norteamericanos que se quedaban por algunos días. Renato Jara recuerda haber entablado amistad con algunos de ellos e incluso, que le ofrecieron llevárselo fuera de Chile para iniciar una nueva vida. Tenía todo listo para irse: maletas y algo de dinero, pero llegó tarde al avión por tener que quedarse cuidando a unos familiares enfermos.
Actualmente Renato Jara tiene 83 años de edad. Es pensionado y vive junto a su nieto.El pasado 22 de mayo, fue el encargado de relatar su experiencia a diversas autoridades que lo acompañaron en un paseo por el centro con motivo de del 59 aniversario de la catástrofe.