Basado en el hecho de que en más de alguna ocasión, personas de distintas edades han compartido departamento con un aparente desconocido para abaratar costos, el italiano Giuseppe Angelo Fiori inició un proyecto delirante. Creó una página de Facebook llamada "Il Coinquilino di Merda", donde recibe comentarios y fotografías de nefastas experiencias de convivencia con seres de distinta calaña. Aquello comenzó en 2012 y ahora parte de lo recopilado está en el libro "El compañero de piso de mierda" (errata naturae), concebido como una guía de supervivencia para compartir casa.
En 190 páginas, complementadas con ilustraciones de Dario Campagna, el autor invita a un viaje por situaciones tan absurdas como increíbles expuestas a través de testimonios reales y de una categorización propia para identificar a los villanos de cada historia. De esta forma y según su proceder o hábitos, clasifica al Compañero de Mierda o CDM en varias categorías: Porrero, Yoncarra, Borrachuzo, Tiquismiquis, Guarrilla, Niño de Mamá Católico Ferviente y Desequilibrado. Ellos son los que invaden espacios personales, provocan destrozos al estar drogados o ebrios, se comen la comida que nos les corresponde y usualmente no piensan en el resto cuando se trata de ellos.
A primera vista podría parecer un ejercicio de comedia sin mayor relevancia, pero lo hecho por Giuseppe Angelo Fiori es un interesante estudio sobre las relaciones humanas y lo incomprensible de algunas actitudes que ocurren en el acto de la vida social. Plantea igualmente, entre líneas, la eterna cuestión de qué es lo que se puede considerar como normal entre personas civilizadas o que al menos aparentan serlo.
Y así lo advierte diciendo que "no puede existir una casa sin CDM. En toda convivencia tiene que haber uno sin más remedio (...) si no tienes un CDM en casa, eres tú". Osea, se trata de una figura necesaria que aporta el caos necesario para lograr el equilibrio.
Daniel
Navarrete