"Antes de la eutanasia tenemos que hablar sobre la situación del enfermo terminal "
Uno de los temas que ha estado presente en la agenda de los parlamentarios durante este año ha sido la discusión sobre la eutanasia -muerte digna- y los cuidados paliativos, aquellos que buscan mejorar la calidad de vida de los pacientes que se enfrentan a enfermedades graves.
En abril, la comisión de Salud de la Cámara de Diputados aprobó tres causales para poder solicitar la eutanasia: tener una enfermedad o dolencia seria e incurable; tener una situación médica que se caracterice por una disminución avanzada e irreversible de sus capacidades; tener una enfermedad, dolencia o la disminución avanzada e irreversible de sus capacidades, que le ocasione sufrimientos físicos persistentes e intolerables y que no puedan ser aliviados en condiciones que se consideren aceptables.
Además, durante este mes, se aprobó la indicación que incluye a los menores de entre 14 y 18 años en el proyecto de ley.
María José Puga es médico colegiada especialista en Medicina Familiar y Cuidados Paliativos, además de integrante del Comité de Ética Asistencial del Hospital Base de Valdivia. Hace 15 años es jefa de la Unidad de Alivio al Dolor y Cuidados Paliativos del centro asistencial, por lo que habitualmente se enfrenta a situaciones relacionadas con la muerte. Asegura que aún no existe la madurez suficiente para enfrentar este tema en el país.
-¿Qué tan preparada se encuentra la sociedad chilena para discutir sobre eutanasia?
-Este tema requiere de madurez cívica y de ciertos procesos que deben garantizarse antes de poder empezar a hablar. En ese sentido, Chile no ha cumplido varios de los procesos. Por lo tanto, no creo que haya una madurez como para legislar en cuanto a este tema.
-¿Cuáles son los aspectos en los que aún no se ha avanzado?
-Primero, clarificar conceptos respecto a lo que es la eutanasia. Yo converso con mucha gente porque es un tema que involucra a mi trabajo día a día. Interrogo a las personas para saber si están de acuerdo con la eutanasia o por qué la querrían. La mayoría de la gente dice que le gustaría dormir y no enterarse, que le sacaran las máquinas o poder decidir. Todas esas situaciones no son eutanasia, son limitación de esfuerzo terapéutico o sedación paliativa o rechazo a tratamiento, que son instancias éticamente válidas sobre las que primero deberíamos legislar. La Ley de los Deberes y Derechos del Paciente algo insinúa, pero lo dejan bastante ambiguo.
-¿De qué se tratan?
-La limitación del esfuerzo terapéutico consiste en no iniciar o retirar tratamientos que son desproporcionados al beneficio que puede recibir el paciente. Por ejemplo, un paciente está en una situación terminal, sometido a medidas de soporte vital y médicamente sabemos que la posibilidad de que esos tratamientos prolonguen su vida o la salven son menores a un 5 por ciento. Ese tratamiento en medicina es inútil y uno debe retirarlo, porque si los mantienes prolongas una vida biológica, no biográfica. Será una vida que lo tendrá conectado a un ventilador. Esa limitación de esfuerzo terapéutico éticamente es mandatoria. Nos pasa a los médicos que nos cuesta mucho limitar el esfuerzo porque si yo retiro un ventilador mecánico esa persona va a dejar de respirar y fallecer, pero no lo hará porque le retiré el ventilador, sino porque la enfermedad que tiene es tan grave que todos mis esfuerzos son inútiles. Lo estoy manteniendo vivo con la tecnología, pero no le estoy haciendo un beneficio. Todo lo contrario, le estoy prolongando la agonía.
-Si no existieran elementos tecnológicos no estaría viva...
-No lo estaría y eso, en algún momento, se llamó eutanasia indirecta. Sin embargo eso no es eutanasia, es hacer buena medicina, no prolongar el sufrimiento en forma innecesaria. Eso es lo que primero tiene que arreglarse. En otros países retirar medidas cuando son inútiles es algo que está aceptado, aquí no hay legislación clara.
-¿Qué es la sedación paliativa?
-Es un paciente que está en una situación de enfermedad terminal, que tiene una expectativa de vida muy breve -días o una semana- y que tiene un síntoma que no podemos controlar. Existe una medida médica que es sedar al paciente de modo de que no tenga noción de este síntoma. Esto se mantiene hasta que la vida acaba. Esa sedación también es lícita y válida aunque en algún momento se la llamó práctica eutanásica. La gente le tiene miedo, pero eso es evitar el sufrimiento de alguien que se está muriendo e incluso el catecismo de la Iglesia Católica lo acepta. Hay confusiones, hay prácticas que son correctas, que no son eutanasia, pero en Chile no están reguladas.
-Con respecto a la legislación que se está discutiendo ¿Qué le parecen las causales que fueron aprobadas?
-La eutanasia, tal como está definida, tiene que ser voluntaria. Además, la persona tiene que estar diagnosticada con una enfermedad incurable y terminal. Tercero, tiene que haber una situación de sufrimiento insoportable al que no se le puede poner apellido, puede ser físico o psíquico. Cuando uno sufre, sufre. Esas son indicaciones válidas para la eutanasia. Pero respecto a las edades, eso habla más de nuestra inmadurez como sociedad. Empezar a discutir eso antes de tener claro qué es eutanasia me parece una inmadurez muy grande. Necesitamos conversar muchas cosas antes.
-¿Dónde se debe tener esas conversaciones?
-En la vida en general. Tenemos primero que hablar de la muerte, pero le tenemos miedo. Incluso antes de hablar de eutanasia tenemos que preocuparnos de la situación del enfermo terminal. Pasa por poder ofrecerle a todos cuidados paliativos, aquí lo hacemos solo con los pacientes con cáncer. Es decir, dos tercios de los chilenos tendrán dolores al final de la vida, necesitarán atención psicológica o en su domicilio, pero en este momento ni el Estado ni los establecimientos de salud se los dan. Que alguien pida eutanasia por un sufrimiento causado por un dolor que se quita con una ampolla de morfina, no es una situación válida. También necesitamos un sistema de protección social que garantice que las personas estén cuidadas al final de la vida, lamentablemente las familias son cada vez más pequeñas y hay cada vez más personas que piden eutanasia porque están solas. Si tuviéramos instituciones que pudieran acogerlas, o los cuidadores accedieran a seguros para no dejar de trabajar, podríamos aliviar mucho sufrimiento que es evitable.
-Si sacamos todas esas variables ¿Las solicitudes de eutanasia serían casos muy puntuales?
-Va a haber gente que la necesitará, pero el menor porcentaje. Mucho del sufrimiento insoportable es tratable y prevenible con seguridad social, comunidades compasivas, cuidados paliativos de calidad, además de cobertura sanitaria universal y garantizada, con los plazos necesarios.
"Este tema requiere de madurez cívica y de ciertos procesos que deben garantizarse. En ese sentido, Chile no ha cumplido varios de los procesos...". "Mucho del sufrimiento insoportable es tratable y prevenible con seguridad social, comunidades compasivas, cuidados paliativos de calidad...".
"El sufrimiento emocional es más complejo"
La especialista destacó que, en el mundo, la eutanasia es más solicitada, generalmente, por personas jóvenes. "Por ciclos de la vida las personas mayores aceptan con más facilidad la dependencia, esto de perder el control", dijo.
María José Puga aseguró que durante la etapa de agonía "lo más importante es tener compañía. Mucho del sufrimiento es emocional. El físico en general es fácil de tratar, con fármacos y teniendo algunos conocimientos básicos se puede, el dolor intratable es un 1 por ciento de todo lo que uno ve en medicina; pero el emocional es mucho más complejo".
Hizo algunas recomendaciones a las familias de los pacientes. "A veces somos tan egoístas que no vemos el sufrimiento del otro y lo obligamos a luchar porque no podemos vivir sin la otra persona. Por otro lado, está el egoísmo de estar tan cómodo de no querer salir del área de confort e involucrarme en el sufrimiento del otro, dejándolo solo. El mensaje sería ser menos egoístas, mirar alrededor y pensar que somos familia, tribu y comunidad. Esa es la respuesta", explicó.