Desde que partió a Santiago en 2006, Lisette Schwerter tuvo varios regresos. Como integrante del colectivo Tercer Objeto realizó el proyecto "Juventud en Carnaval" en Lanco en 2013. Y tres años más tarde, junto a la agrupación artística Sentires, visitó Valdivia con unas jornadas de danza.
De esta forma comenzó a estrechar su relación con la comunidad creativa local, la que integra desde abril como directora del Ballet Folclórico de la Universidad Austral de Chile (Bafuach). Schwerter asumió el cargo que por casi cuatro décadas estuvo en manos del profesor Julio Mariángel, acogido a retiro y actualmente colaborador en la transición frente al elenco y en la última gira a Europa con su presencia.
La nueva directora estudió en la Escuela España y el Liceo Armando Robles. Es profesora especializada en danza de la Universidad de Chile y Magíster en Danza por la Universidad Federal de Bahía (Brasil). A la disciplina llegó tras un año en la Escuela de Artes Visuales Uach y reconoce que mientras vivió en Valdivia no tuvo relación alguna con el folclore, aunque gracias a su familia siempre estuvo relacionada con el mundo del arte y la cultura.
De regreso
El año pasado y en el "Concierto Informe: 39 años" Mariángel tuvo uno de sus últimos encuentros masivos con la audiencia local en el Aula Magna. Fue el momento en que lo homenajearon y en que se estaba en la búsqueda de su sucesor o sucesora. "Irme a Santiago fue bastante desafiante, aunque lo hice siempre pensando en volver. Postular al cargo fue como un salto al vacío, principalmente por mi perfil profesional, sin embargo en ningún momento estuve en jaque en plantearme qué podría aportar a la institución. Estamos en tiempos muy distintos a los fundacionales del Bafuach, por lo tanto mi gestión no puede no ser diferente a la anterior. Gracias a todo lo que se ha hecho históricamente, es que el ballet actualmente ocupa un lugar privilegiado en el imaginario de las personas", dice.
¿Cuáles son los lineamientos de su gestión?
-Uno de los desafíos propuestos en este nuevo período es retomar el tema de la creación artística. La fortaleza que ha tenido el ballet hasta ahora ha sido la proyección del trabajo a nivel regional e internacional; y queremos comenzar a crear nuevamente, tal y como ocurrió con mucha efervescencia durante los primeros años de funcionamiento.
Aquellos montajes hechos en su momento siguen girando por diversos escenarios. ¿A qué apunta con las nuevas propuestas?
-Hubo mucha investigación territorial con folcloristas muy importante como por ejemplo Margot Loyola y Osvaldo Cádiz. Lo que queremos es volver a crear precisamente mirando los territorios, que si bien responde a la cultura tradicional, está en permanente cambio.
El Bafuach tiene en su repertorio representaciones de territorios como por ejemplo Mapuche, Rapa Nui, Norte, Huaso, Campesino y Patagonia.
¿El volver al territorio local es tanto artístico como geográfico?
-Efectivamente. Es que el Bafuach ha viajado por tantos países, ha estado en tantos lugares alejados de Chile, que preguntarnos qué más lejos poder seguir yendo es casi ilógico. No buscamos precisamente tener mayor presencia geográfica, sino que más bien una vuelta al territorio en el sentido de reforzar nuestras presencia en donde pertenecemos. En ese sentido Latinoamérica nuevamente está en nuestros planes. En ningún caso nos estamos comparando con la dirección anterior, simplemente estamos avanzando hacia nuevas posibilidades.
El vínculo con lo local
La llegada de Lisette Schwerter coincidió con la renovación de un elenco que debido a las obligaciones académicas de sus integrantes, está en permanente cambio. El Bafuach lo integran estudiantes universitarios de distintas carreras. A través de audiciones pueden ser considerados para las áreas de música o baile y se mantienen como parte del elenco durante los años que dura la formación académica.
Actualmente los ensayos son los lunes, martes y jueves en un itinerario que posiblemente será readecuado una vez que el ballet comience a funcionar en el Campus Los Canelos.
¿Qué expectativas le genera este nuevo grupo?
-Es muy interesante, son jóvenes que están entrando a la universidad y al ballet. Tienen muchas ganas de aprender. Nuestra misión es abrirles espacios para la práctica de la danza, pero también de la investigación y la creación. Con los jóvenes iniciamos y cerramos procesos que están marcados, por ejemplo, con las giras al extranjero que suelen ocurrir cuando ellos están egresando de sus carreras.
¿Esa dependencia de tiempo es una limitante para lograr avances efectivos con los artistas?
-La apuesta es porque haya permanentemente un traspaso de la información. En general quienes ingresan al Bafuach no lo hacen en blanco, tienen alguna relación con el folclore y eso te permite no necesariamente comenzar desde cero con ellos. En ese sentido, dos o tres años es tiempo suficiente para lograr cierto nivel artístico o de ejecución esperado como para hacer itinerancias.
¿Por qué cree que es más frecuente que las universidades chilenas tengan un ballet folclórico en vez de un elenco de danza contemporánea?
-Posiblemente porque genera una identificación diferente en términos comunitarios. Aunque la lógica indica que es nuestra responsabilidad, desde las universidades, poner en valor lo que nos identifica. Desde ese punto de vista es que entonces es más lógico que sea la música y danzas folclóricas las formas de lograr eso. La vinculación con el medio es coherente con el lugar que habitamos.
Además de las galas, el Bafuach realiza funciones educacionales con las que visita colegios. Ello ha permitido estar en contacto permanente con distintos públicos y con la opción de a futuro trabajar con aquellos grupos que están en sus propios procesos formativo.
También se vislumbra la opción de generar una cartelera propia para recintos como el Teatro Municipal Lord Cochrane o el reinaugurado Teatro Cervantes. "Existe una renovada infraestructura cultural en la región y gran parte del país, entonces lo que pretendemos es precisamente visitar esos lugares y volver a conocer nuestro propio país a través de lo que nos mueve".
¿En esta lógica también hay espacio para vínculos con instituciones similares?
-Por supuesto. Nosotros no estamos aquí para imponerle nada a nadie. Por el contrario, queremos aprender de lo que hacen otras instituciones y ayudarlas en lo que podamos. Tener una trayectoria de casi cuarenta años no implica que seamos superiores al resto. Cada cual siempre puede aportar de la mejor forma posible a que todos podamos seguir creciendo. Nuestra ventaja es que no somos una unidad académica. No estamos por sobre el resto, sino que nos ubicamos en una posición de horizontalidad y respeto hacia el resto de quienes también hacen lo mismo.