King (Alfaguara, 2019), del crítico de arte y escritor inglés John Berger, es una breve novela de 192 páginas protagonizada por un perro que responde al nombre del título. Sin embargo, no se trata de cualquier historia narrada y estelarizada por un animal, ya que éste, a fin de cuentas, también podría ser un humano, ya que instala esa sospecha. Lo otro es que el relato se aleja de la hilaridad a la que otros autores "animalísticos", como David Safier, echan habitualmente mano. Y también parece estar en las antípodas de las fábulas moralizantes que tienen a diversas especies como protagonistas.
No, este rey canino se desliza por las páginas para mostrarnos en una jornada el rostro y el alma de los marginados, los habitantes de un campamento francés para personas desamparadas, emplazado bajo una autopista, en un basurero.
King no solo narra los hechos que ocurren a lo largo de 24 horas, no solo testifica la miseria, esa herejía del credo del exitismo que es no tener dinero, no. El perro también puede comunicarse con las personas sin hogar, darse a entender y Berger no se molesta en idear una explicación dentro del libro, porque las cosas en esta novela, son como son.
Y así como en las calles hay perros que parecen sobrar, la sociedad humana también establece sus cuotas para los Homo Sapiens. Ahí están, por ejemplo, Vico y Vica, la pareja de ancianos dueños -si es que cabe figura de propiedad aquí- del asentamiento, quienes al igual que otros caídos en desgracia, van contando una y otra vez sus historias, a través de diálogos que King recoge y parece atesorar.
El inconformismo, la causticidad y la poesía de Berger se meten en la piel de este perro y terminan construyendo una novela que, más allá de lo social, reflexiona también solapadamente sobre el lenguaje y el poder de los relatos. Creerle o no a un perro, esa es la decisión que le queda a los lectores.
Daniel
Carrillo