Después de 36 años de trabajo, Sonia Inzunza Vera dejó su cargo como directora de la Escuela Diferencial Walter Schmidt de Valdivia,
El 3 de octubre pasado fue su último día y se acogió a retiro, tras un fructífero período dedicada a la integración de niños, niñas y jóvenes con necesidades especiales.
Reconoce estar emocionada por el cambio, pero también muy satisfecha por el trabajo realizado. "En estos años he visto avances en el desarrollo de habilidades sociales y la autonomía de muchos estudiantes. Lograr eso es fundamental para su incorporación en la sociedad en su etapa adulta", asegura.
A su juicio, "las escuelas especiales han tenido un rol particular en el tiempo en favor de la integración, su aporte ha sido beneficioso porque esta es una labor que no termina, todos los días se parte de nuevo, aparecen síndromes que no conocemos, ni cuáles son sus complicaciones, por eso nos debemos adaptar, tenemos que estudiar", manifestó la educadora.
Normalista
Inzunza egresó en 1966 de la Escuela Normal de Valdivia y trabajó en distintos planteles en la región y fuera de ella. Un especial recuerdo tiene de la Escuela Villa Huidif donde -según manifiesta- vivió una etapa que la marcó. "Fue una experiencia muy fuerte. Me tocó escuchar a niños que ni siquiera sabían cómo se llamaban, muchos eran abandonados. Ese fue mi inicio en este camino de trabajar por la diversidad", recordó.
A partir de ese momento su vida cambió. "Me fui a la Escuela especial Walter Schmidt. No había especialistas; todos eran profesores capacitados a través de cursos. Estuve dos meses sin especialidad, así que me fui a la Uach para solicitar ingresar a la carrera de Educación Diferencial", dijo.
Se tituló en 1983 y se convirtió en directora de la Escuela Walter Schmidt.
Al llegar, ¿cómo era la escuela?
- Cuando llegué, en 1978, siendo sólo profesora, había nivel básico y los cursos vocacionales, lo que es similar a lo que hoy se conoce como nivel laboral. Se hacían cosas buenas, pero no existía una estructura para trabajar.
Los niños llegaban entre los 10 y 12 años, perdiendo el gran potencial de aprendizaje entre los 0 y los 9 años. Y por otro lado, cuando los chicos se iban a los 16 años, no tenían nada para enfrentar la vida ciudadana.
¿Cuál fue su propuesta para resolver esos problema?
- Ya de directora, propuse hacer un estudio, y en conjunto con un equipo de trabajo levantamos una investigación y un proyecto propio de estimulación temprana en el que incorporamos a una educadora parvularia, un kinesiólogo y otra profesora diferencial, además de otros profesionales externos. Lo presentamos al Mineduc. Así partimos trabajando el '85. Las escuelas eran una especie de laboratorio, porque cada una iba viendo las necesidades, proponiendo sus campos de estudio.
¿Y el nivel mayor?
- Para este caso también propusimos un proyecto de nivel laboral, eso permitió que la escuela fuera mucho más completa. En este caso, si bien muchos no tuvieron la posibilidad de insertarse en el mundo laboral, podían ser útiles a sí mismos y sus familias, cosas que en los primeros tiempos no sucedía.
Entonces no fue tan complicado...
- No creas, tuvimos varias dificultades, porque lo nuevo llama la atención, surgen dudas más cuando se propone un trabajo con lactantes de dos meses. Las autoridades no entendían el trabajo, pensaban que por ser bebés debía considerar otros servicios. Nosotros nos preocupamos de darles la educación suficiente y los servicios asociados, con el fin de que estos seres ampliaran sus capacidades en materia de lenguaje, social y afectiva.
¿Qué tipo de dificultades recuerda que le toco enfrentar?
- En mi trabajo descubrí que no bastaba el apoyo del ministerio, siempre estábamos cortos de recursos. En mi gestión, generamos redes. La primera fue con los rotarios del Club Valdivia. Gracias a ello, hoy hay 78 redes de convenio. Uno de los que más recuerdo y que pronto cumplirá 20 años, es el proyecto de hipoterapia que lo hicimos con la Escuela de Veterinaria de la Uach. Así, todos nuestros convenios han sido una suerte de trueque y todos nos han resultado bien.
¿Cómo es el vínculo con Teletón?
- Valiosa, importante para las familias, fue un cambio interesante. Entre 2017 y 2018 nos afiatamos dado que en ocasiones se duplicaba el trabajo. Pero nos coordinamos, mejoramos notoriamente las atenciones, sin afectar la función de cada una de las instituciones.
¿En qué pone énfasis hoy la Escuela Especial?
- En todos los niveles se trabajan las habilidades sociales. En general cualquier persona que no las tenga puede ser rechazado y, en este contexto, con mayor razón. La autonomía también se estimula, dentro de lo que se puede, dentro cada diagnóstico. La idea es preparar a los niños para desenvolverse mejor una vez siendo adultos. Muchos se capacitan y se insertan laboralmente.
Algunos ex alumnos nuestros tienen más de 20 años trabajando; otros se han casado y tienen hijos. Los que tienen mayores dificultades, en general viven bien, aceptando su situación en la medida que en sus casas también lo hagan.
¿A su juicio, cuál es la mayor dificultad deben enfrentar los estudiantes cuando son adultos?
- La falta de iniciativa los hace ver como personas tímidas. Pero pasa porque nadie les pregunta si necesitan ayuda.
A la luz de sus años como profesora ¿cómo era el comportamiento de las familias con los niños antes?
- Las familias de antes eran distintas, no sacaban a los niños de las casas por temor a que fueran discriminados, para evitar sufrimientos. Hoy todo es más amplio, aceptable, estamos en un momento que tenemos la capacidad de aceptar al otro como es, porque ¿qué es normal? es lo que más se repite.
Entonces también hay que trabajar con las familias...
- Después de estudiar orientación familiar, entendí porqué la familia parecía ser el enemigo de los profesores. Sólo eran miradas diferentes. Uno debe comprender lo que sucede en una familia al tener un niño especial. Cuando una mamá vive eso, la hace transitar por una etapa con distintas facetas. Entonces es un tema delicado y como profesional hay que estar preparada, usar la herramienta del amor. No ser juez, sino saber acoger.
Ha sido un trabajo intenso, ¿quedan materias pendientes?
- Sin duda. Cuando solicité mi retiro pensé que era necesario preparar al equipo que se iba a quedar. Primero pensé en que había sido una decisión apresurada, pero llegué a la conclusión de que era necesario dejar la puerta abierta para que los más jóvenes se desarrollen en una escuela donde hay tanto por hacer.