Lleva dos décadas junto al agua. Desde los 10 años que el hábitat de Pamela Linco Olave son los ríos de Valdivia y en las últimas temporadas el mar abierto, donde la profesora de Educación Física titulada en la Universidad Austral desarrolla todo su talento. El mismo talento que la llevó a ser seleccionada chilena de remo y en la actualidad instructora de la escuela de vela y coordinadora de las actividades náuticas del Club de Yates Valdivia. Su presencia en el histórico CYV se ha traducido en un renacer de la actividad del velerismo, especialmente en la preparación de nuevas generaciones de deportistas y la reinserción del club en el plano competitivo nacional.
"La idea es abrir la mente respecto a que la vela no es un deporte de riesgo, remover paradigmas al respecto" asegura Linco, mientras recuerda que su vinculación con el río comenzó a los 10 años de edad en el club remero Phoenix-Valdivia, donde permaneció durante 15 años. Fue seleccionada chilena y campeona sudamericana juvenil en Asunción en un cuádruple par que además formaban Rocío Rodríguez, Pía Altamirano e Ivonne Robles; subcampeona en el mismo torneo en el doble par; medallista en Juegos Odesur en Buenos Aires y Medellín. Así, hasta que descubrió la vela.
"Cuando estudiaba Pedagogía en Educación Física conocí el mundo de la vela en una asignatura con el profesor Alberto Cotapos, quien me motivó a seguir por este lado, ante la ausencia de monitores de vela y especialmente de mujeres", recuerda.
Una vez egresada de la UACh, comenzó a trabajar como instructora en un club de Panguipulli y desde hace poco más de dos años está en el Club de Yates Valdivia, donde imparte clases durante todo el año. Calcula que al menos 500 niños han participado en los cursos, entre talleres de verano y clases regulares en el resto del año, en la búsqueda de mantener un buen "semillero" para que la institución participe en competencias. Y lo ha logrado plenamente. Hace tres años, el CYV participaba -en promedio- en tres regatas al año; en 2018 aumentó a 15 y en la temporada 2019 subió a 17, agregando la organización de un selectivo federado en la bahía de Corral.
En el agua
Para ti, ¿qué significa navegar?
-Como siempre estuve ligada al agua, estuvo la cercanía al río en general y a disfrutar el silencio, la paz que entrega estar navegando. Cuando conocí la vela fue distinto, en el sentido de poder utilizar el viento. Ya no era la fuerza propia para impulsarme en la embarcación. La vela le da un toque distinto. El remo se tornó en algo muy exigente, agotador, ya no estaba rindiendo y eso causa frustración. Esto fue como un alivio, una especie de renacer en mi vida junto al río.
¿Cuáles son los factores positivos y negativos de la navegación a vela en el río?
-Lo que favorece es la cercanía con la gente, que pueda observar lo que es este deporte. Vengo llegando de un campeonato nacional en Algarrobo y el público en general no ve nada, los únicos que vemos somos los que estamos adentro. La contra es el espacio, el río se hace pequeño, la corriente juega en contra. Para el desarrollo de la navegación, se necesitan grandes espacios. Además, en el río el viento no es constante.
¿Dónde es más complicado el manejo de una embarcación, a mar abierto o en el río?
-No es que un espacio sea más complicado, sino que hay que manejar técnicas diferentes. En mar abierto hay un oleaje distinto, hay un viento más intenso y parejo, las condiciones son más difíciles porque es más helado. Ambos espacios son buenos, pero si hablamos de hacer regatas y competencias, en la bahía se pueden realizar de nivel nacional e internacional.
¿El valdiviano tiene una cultura náutica o de uso del río y de sus costas?
-Si lo comparo con otros lugares, como Argentina por ejemplo, nos falta cultura náutica. Acá se practica el deporte náutico, pero siempre está enfocado a la competencia. Falta abrir espacios a los deportes náuticos de forma recreativa, que las familias puedan vincularse al agua, que salgan a pasear. Solo están en el agua los chicos que compiten en remo y vela.
En esta situación y respecto al velerismo, ¿puede ser una limitante la parte económica? ¿Es un deporte caro?
-Sí. Una embarcación es cara, pero no es caro practicar velerismo. Cualquier persona puede acercarse al club, hacer un curso y tomar clases, puede ser más conveniente. Para los niños, un curso de verano de dos semanas cuesta $20 mil. Y quienes compiten durante el año pagan $10 mil mensuales.
¿Cuál es la edad ideal para empezar el aprendizaje y por qué?
-Siete a ocho años de edad. La vela necesita mucha coordinación y atención de todos los sentidos. Entonces, mientras sea a más temprana edad, los niños tendrán un mejor desarrollo cognitivo en cuanto a su desenvolvimiento en el agua. Respecto a la seguridad, el principal requisito es que el niño no le tenga terror al agua, que al menos sepa flotar, ya que es obligación el uso de chaleco salvavidas como elemento de seguridad permanente. Además, el club tiene protocolos de seguridad supervisados por la Armada, que nos indican con cuántos niños podemos salir a navegar, los elementos de seguridad que debe tener la embarcación, el vestuario, etc. Siempre estamos con los niños en el agua y cuando tenemos más alumnos, se contrata otro monitor.
¿Cuáles son las principales clases de embarcaciones con las que trabajan en el Club de Yates Valdivia?
-Optimist, para niños de 7 a 14-15 años de edad; Láser, desde los 15 años; y el velero Pirata, que es para adultos (dos personas) y que se practica mucho en Valdivia, Valparaíso y Antofagasta. También tenemos otros veleros, pero que no son de competencia, como fourteen, sunfish y windsurf.
Preparación
Al competir, ¿qué es lo más importante: la preparación del navegante o la tecnología con que está construída la embarcación?
-En nuestra enseñanza en el club, lo que prima es el navegante, en cuanto a su responsabilidad, técnica y desenvolvimiento en el agua. La vela tiene mucho de estrategia, de técnica, de táctica. Y esa táctica la maneja el navegante, el tripulante o el timonel. Y si bien las embarcaciones se van modernizando, las de un nivel competitivo establecido tienen parámetros fijos. Una embarcación no puede ser más liviana que otra o tener un elemento tecnológico que no tenga la otra. Todo está reglamentando.
Como instructora, ¿qué puedes decir a los padres que quisieran incorporar a sus niños al velerismo?
-Entiendo a los papás que puedan tener ciertas aprehensiones, pero por eso en el club hemos hecho un trabajo partiendo desde la base, con colegios. Hace dos años, invitamos gratuitamente a los colegios municipales que quieran participar y ellos debían hacerse cargo del transporte. no respondieron, salvo la Escuela México y además invitamos a colegios cercanos como el Aliwen, Príncipe de Asturias, Domus Mater y particulares como el San Luis de Alba.
¿Cuál es el trabajo de preparación antes de salir a navegar?
-Una clase teórica para comenzar, que conozcan los elementos de una embarcación, de dónde viene el viento. Hay clases que tenemos preparadas y de ahí vamos al agua, a familiarizarse con la embarcación, colocamos la vela. Es un proceso de información que se entrega y va de menos a más.
CRECIMIENTO
En el resumen de estos poco más de dos años como instructora de vela en el Club de Yates Valdivia, ¿cuál es tu balance?
-Ha sido un crecimiento exponencial como persona y del club en cuanto a navegación. Cuando llegué, no se estaba navegando y ahora, en los cursos de verano hay fácil entre 50 y 60 niños y jóvenes de 8 hasta 16 y 17 años de edad; y en los talares de marzo a diciembre participan un promedio de 15 a 25, que son los chicos que compiten por el club. También, en lo personal gané un nacional en la clase laser radial, en 2016.