Los últimos Homo erectus vivieron aquí hace 117 mil años
INDONESIA. Investigadores de tres centros de estudios lograron establecer el punto exacto en la Tierra donde los antepasados más directos del humano moderno comenzaron a aparecer.
"Rusiáfrica", la nueva apuesta geopolítica
de Vladimir Putin
Los últimos Homo erectus, uno de los antepasados directos de los humanos modernos, vivieron en la isla de Java entre 117.000 y 108.000 años atrás, según un estudio que publicó esta semana la revista Nature.
El Homo erectus era un grupo errante que, tras extenderse por África hace unos dos millones de años, colonizó el mundo antiguo, lo cual incluía Asia y posiblemente Europa, pero hace unos 400.000 años su traza se perdió.
La única excepción es un lugar llamado Ngandong, en la isla indonesia de Java, aunque hasta ahora los expertos eran incapaces de ponerse de acuerdo sobre un periodo de tiempo preciso para datar dicho asentamiento.
Un equipo internacional de expertos de las universidades de Iowa (Estados Unidos) y Macquarie (Australia), y del Instituto de Tecnología de Bandung (Indonesia), ha fechado la última existencia del Homo erectus en Ngandong entre hace 108.000 y 117.000 años.
Los investigadores dataron fósiles animales del lecho óseo donde se habían encontrado, en los años 30, 12 partes de cráneos y dos tibias de Homo erectus, así como las tierras circundantes para establecer un registro preciso de la que podría ser la última posición de estos humanos en la Tierra.
Este yacimiento es el último lugar conocido de Homo erectus en el mundo, indicó el profesor de antropología de la Universidad de Iowa Russell Ciochon, quien señaló que no pueden decir que hayan datado el momento de su extinción, pero que no hay evidencias de que hubiera vivido más tarde en ningún otro lugar.
Además, determinaron cuándo surgieron las montañas al sur de Ngandong -para lo que dataron las estalagmitas halladas en sus cuevas-, lo que les permitió determinar cuándo el río Solo empezó a atravesar el sitio de esta zona. Ciochon indicó que existe "una increíble variedad de fechas que son todas coherentes".
Diversos estudios anteriores indican que el Homo erectus llegó a la isla de Java hace aproximadamente 1,6 millones de años, en un buen momento, cuando el área de Nganadong estaba en su mayoría cubierta por pastizales, con abundantes plantas y animales.
Sin embargo, hace unos 130.000 años el clima cambió en la zona y con ello la suerte de aquellos antepasados del humano actual, pues el pastizal cambió a selva tropical y "esas no eran las plantas y animales a las que estaba acostumbrado y las especies no podían adaptarse", relató.
El equipo de Ciochon realizó excavaciones en Ngandong entre 2008 y 2010 usando las notas conservadas de un grupo de topógrafos holandeses en los años treinta para volver a encontrar el lecho óseo original del grupo de Homo erectus, de donde recogió y dató 867 fragmentos fósiles de animales.
Mientras, de manera independiente, un equipo dirigido por Kira Westaway de la Universidad de Macquarie estaba datando los paisajes de los alrededores, como mesetas, cursos de agua y montañas.
Ciochon señaló que con los datos que tenía su equipo no se podían datar con precisión los fósiles, pero con los aportados sobre el paisaje por el equipo de Westaway se pudieron "proporcionar contextos cronológicos y geomorfológicos precisos".
En un mundo donde las grandes potencias buscan expandir su influencia, el presidente Vladímir Putin ha lanzado una nueva apuesta geopolítico: la vuelta de Rusia a África tras la retirada que provocó la caída de la Unión Soviética.
El regreso del gigante ruso al continente se oficializó el pasado 23 y 24 de octubre en una histórica cumbre en la ciudad balneario de Sochi, a orillas del mar negro, donde Putin agasajó a 43 presidentes y miles de empresarios de África.
"El desarrollo de las relaciones con los países africanos y las organizaciones regionales es una de nuestras prioridades de política exterior", remarcó el líder del Kremlin en el foro, que se difundió en la red social Twitter con la llamativa etiqueta "#Russiafrica".
"Vemos a Rusia como un socio fiable del continente africano", replicó el jefe de Estado de Egipto, Abdelfatah al Sisi, presidente de turno de la Unión Africana (UA). A modo de recordatorio, Putin despachó en plena cumbre a Sudáfrica dos bombarderos supersónicos Túpolev Tu-160, un imponente aparato que los rusos llaman "cisne blanco" por su color y líneas suaves.
Era la primera vez que el avión de combate más grande del mundo, capaz de disparar misiles nucleares, tocaba tierra en África. Todo un golpe de efecto del ruso para enviar un mensaje muy claro: la revitalización de los lazos de Rusia con el continente donde la URSS apoyó movimientos de liberación durante la descolonización y prestó a los nuevos Estados ayuda financiera y militar.
Con el derrumbe de la Unión Soviética en 1991, Rusia heredó sus lastres y África cayó en descuido hasta la llegada del nuevo milenio, cuando el ascenso al poder de Putin coincidió con el resurgir del continente.
El punto de inflexión se produjo en 2014 a raíz de las sanciones occidentales impuestas a Rusia por la anexión de Crimea, un revés que forzó a Moscú a buscar nuevos socios y mercados en un orden mundial cada vez más cambiante y polarizado.
En el punto de mira del Kremlin apareció África: un continente con 1.200 millones de habitantes (la mitad, menores de 25 años) y un producto interior bruto (PIB) conjunto que se prevé que aumente de dos billones de dólares actuales a 29 billones antes de 2050.
La cooperación militar y de seguridad es una poderosa carta que juega Rusia, principal proveedor de armamento a los países africanos (35 %) por delante de China (17 %) o EE.UU. (9,6 %), según datos del Instituto Internacional de Paz de Estocolmo del periodo 2012-2016.
Al igual que otras potencias, empresas rusas han redoblado sus actividades mineras en países como RCA, República Democrática del Congo, Angola o Zimbabue, a la caza de oro, diamantes, cobalto y coltán, entre otros.
El sector del petróleo y el gas también ha captado el interés de gigantes rusos como Gazprom o Lukoil, que poseen negocios Nigeria, Uganda y Angola.
Además, la agencia atómica rusa Rosatom firmó acuerdos para desarrollar energía nuclear con hasta 18 países africanos, incluidos Egipto, Ghana, Kenia, Zambia, Ruanda y Etiopía.
Aunque el volumen de comercio entre Rusia y África pasó de 5.700 millones de dólares en 2009 a 20.000 millones en 2018, Putin dijo en Sochi que abogará "como mínimo por duplicarlo en los próximos 4 o 5 años".
el presidente de rusia, vladimir putin.