"La educación parvularia es integral, no es segregadora y apunta al desarrollo"
EDUCACIÓN. Durante 2019 realizó una pasantía en Canadá, que le permitió reflexionar sobre los desafíos de Chile en el área.
Patricia González Núñez (50) es valdiviana y estudió Pedagogía en Educación Parvularia en la Universidad Austral de Chile. Luego de egresar, en 1991, comenzó a trabajar inmediatamente. Empezó en un jardín llamado Siempre Verde, el primer jardín ecológico de Valdivia.
Luego pasó por diferentes tipos de establecimientos, particulares y de Integra. No solo se desempeñó en Valdivia, también en Máfil, Futrono y Paillaco. No solo fue educadora de nivel, también fue directora. A la Junta Nacional de Jardines Infantiles (Junji) llegó hace nueve años, para trabajar como asesora técnico pedagógica. Su labor es acompañar a quienes lideran los jardines, apoyarlos y colaborar con ellos en términos de formación continua para que mejoren sus prácticas educativas. Y para este trabajo aprovecha la experiencia que le han dado sus 29 años de ejercicio profesional.
Motivaciones
Para las asesorías, la región fue dividida en tres territorios. Patricia González trabaja en Valdivia Centro, integrada por las comunas de Valdivia, Paillaco y Corral. "Fui educadora por muchos años y tras llegar a este trabajo en Junji, me costó el desapego con los niños. Ellos motivan tu diario vivir, te enriquecen mucho, tanto en el espíritu como en lo profesional. Fue difícil el tránsito, pero este trabajo también es enriquecedor, porque te permite la posibilidad de compartir lo que has aprendido en tus años de experiencia y formación. Compartir saberes es maravilloso y eso no lo conocía", cuenta.
Durante su carrera ha realizado varios diplomados y cursos de perfeccionamiento. Pero este año fue especial. Junto con otras 348 personas postuló a una pasantía internacional que se realizaría en el Ontario Institute of Studies in Education (OISE) de la Universidad de Toronto, en Canadá. La idea la entusiasmaba mucho, porque es una de las diez mejores instituciones del mundo a la hora de formar educadores de párvulos. Obtuvo la beca luego de generar un proyecto con el que obtuvo el segundo lugar. Se transformó en una de las 68 funcionarias de todo Chile seleccionadas. Gracias a esto también tuvo la oportunidad de realizar un diplomado liderado por Fundación Chile. "Esta selección significó poder poner sobre la mesa mi experiencia y que eso haya sido reconocido y valorado a nivel nacional, para mí es increíble", asegura.
-De qué se trató esta oportunidad?
En 2019 se realizó el cuarto proceso de pasantía internacional. Los tres anteriores se hicieron en Barcelona, porque estábamos transitando desde un paradigma educativo un tanto más convencional, a uno de pedagogías más humanizantes. En 2019 se fortaleció el proceso y la institución permitió que pudiéramos postular a Canadá para, además de la pasantía, asistir a un curso de capacitación. Este proceso estaba compuesto por un diplomado que estamos terminando el 31 de enero, el curso de perfeccionamiento y la generación de un proyecto en el que se trabajará por dos años.
-¿Cómo se desarrolló la experiencia en Canadá?
Viajamos el 9 de noviembre y estuvimos nueve días. Nos hicieron una capacitación relacionada con las interacciones pedagógicas para el fortalecimiento de los aprendizajes de los niños, fundamentalmente en lo que tiene que ver con la indagación o la investigación, las áreas de matemática y lenguaje, el trabajo de familia, creatividad e inclusión. Fuimos capacitados por la persona que generó el Programa en Educación Parvularia en Canadá y, además de eso, tuvimos acceso a ir a dos escuelas públicas. La primera fue Rose Avenue Junior School, que tiene 700 alumnos, donde tienen guarderías y atienden niños desde nivel sala cuna hasta kínder para nosotros. También fui a McMurrich Junior Public School, que atiende a 500 alumnos. La intención era vivenciar la diversidad que ahí existe y cómo ellos abordan la inclusión.
-¿Qué fue lo que más le llamó la atención de esas visitas?
En cuanto a infraestructura, en Canadá se trabaja en espacios pequeños. En ese sentido creo que Junji es un tesoro en términos de la oportunidad que ofrece a la población infantil y a nosotros como profesionales, para poder desempeñar nuestra labor. Tenemos jardines grandes en comparación con los espacios que tienen ellos, tenemos muchos recursos materiales, tenemos joyas como son las 'jardines meta' en comparación a lo que pude observar en estas escuelas públicas, una con más recursos que la otra. Sin embargo, tengo que reconocer que hay muchos aspectos que debemos fortalecer, por ejemplo, las interacciones pedagógicas.
-¿Cómo se puede hacer?
Las interacciones pedagógicas están relacionadas con cómo se ofrecen las oportunidades de aprendizaje a los niños y las niñas en el ambiente en el que ellos se encuentran a partir del rol que cumple el adulto, un rol mediador educativo. Si bien tenemos muchas capacitaciones al respecto, hay sutilezas. Las interacciones no son solo con las personas, son con los ambientes y los recursos materiales, entonces debemos trabajar en cómo, a partir de nada, generas una oportunidad de aprendizaje con un niño cuando descubres que está interesado en algo.
-¿Me podría dar algún ejemplo concreto?
Por ejemplo, uno ve niños jugando habitualmente y, para el común de la gente, pareciera que no están haciendo nada. Pero lo cierto es que la forma que tienen los niños de relacionarse, aprender, crecer y desarrollarse es a través del juego. Todo lo que conocen, lo conocen jugando. Un niño que juega reiterativamente con un elemento no está perdiendo el tiempo, sino que está generando una serie de conexiones neuronales que le están permitiendo hacer asociaciones de aprendizaje. El adulto que lo mira tiene que tener un ojo fino para percibir lo que está pasando con el niño y ofrecerle otras oportunidades, que se transformen en desafíos. Permitirle subir un escalón en términos de aprendizaje es responsabilidad nuestra. Por ejemplo, el desarrollo de las prácticas educativas en el área de la ciencia a veces lo limitamos a espacios y materiales determinados y lo cierto es que todo lo que tienes desarrolla ciencias, pero eso también depende de cómo este adulto esté preparado para entenderlo y fortalecerlo. Ahí debemos crecer, pero contamos con todas las oportunidades para hacerlo, con gente capacitada y materiales.
-¿Qué desafíos enfrenta hoy la educación inicial, especialmente pensando en la coyuntura?
La educación es esencial y parte en la primera infancia. Tenemos el desafío de mostrar nuestra forma de hacer educación, que es distinta de la que se vive en los colegios tradicionales de nuestro país. La educación parvularia es integral, no es segregadora y apunta al desarrollo de las habilidades de los niños, sin hacer distinciones y sin pensar que los niños tienen limitaciones. Desde esa perspectiva, tenemos mucho que compartir a los otros niveles educativos. Siento que gran parte de la problemática que existe actualmente tiene que ver con que se ha educado durante mucho tiempo para la competencia y no para el desarrollo de habilidades. A veces somos criticadas por hacer evaluaciones cualitativas, de procesos. Pero cuando evalúas así, puedes ver todo el proceso de desarrollo que ha tenido el niño y generar desafíos para ellos. Eso no es habitual en los colegios, porque en ellos se evalúa cuantitativamente. Nosotros sentimos que todos los niños son capaces, competentes y curiosos. Eso es algo que debe permear la educación, pero es un trabajo de largo plazo. Yo creo en la primera infancia y que como adultos nos olvidamos de que ellos tienen un mundo tremendamente rico en saberes, pero a veces no nos damos el tiempo de conocerlo. Eso es lo que me ha permitido mi profesión, conocer a los niños desde lo que sienten y proyectan. Hay mucha gente que cree que una educadora de párvulos solo juega, pero una educadora es una investigadora en la acción.