Hace pocos días en nuestro diario fue publicada una carta denunciando el caso de una persona que tuvo un grave accidente en la Plaza de la República de Valdivia, al tratar de cruzar en el paso de peatones hacia el Paseo Libertad.
Una adulta mayor sufrió una fractura en un pie y debió ser socorrida por sus familiares y transeúntes, para posteriormente ser llevada a un centro asistencial. Su Navidad se transformó en un dolor. Y no por un descuido de ella, sino porque en el lugar hay un peligroso desnivel en la vereda, que ha causado varios problemas, todos denunciados por diversos medios, pero que continúa ahí, sin cambios.
Esta situación se arrastra hace varios meses, cuando se efectuaron trabajos en el centro de la ciudad para generar accesos universales en las esquinas. Las obras -que demandaron más de $200 millones de inversión total- quedaron bien en la mayoría de los lugares habilitados, pero en la Plaza, no.
El antiguo paso con forma de rampa fue reemplazado por otro que tiene una parte recta y otra desnivelada, pero entre ambas queda un escalón que pocos ven. Es cierto que se pintó de color distinto y se puso señalética de advertencia, pero claramente no basta. Hay accidentes a diario, según consta en múltiples testimonios de afectados y de testigos presenciales de los hechos.
La pregunta que surge es ¿por qué no se ha generado una solución real para este problema, que aparentemente es tan pequeño, pero que puede causar un daño tan grande?
Claramente es el municipio quien debe revertir un trabajo que no cumplió con el objetivo para el cual se diseñó y que ahora se transformó en un peligro.
Puede sonar sencillo lo que ocurre, comparado con la multiplicidad de responsabilidades que un gobierno comunal tiene en estos días (desde eventos de verano hasta discusiones políticas), pero no se debe olvidar que las pequeñas cosas son las que determinan la calidad de vida en un lugar. Los detalles hacen la diferencia para sentir la preocupación de las autoridades por la gente común. Y en este caso, es necesario velar para que el caminar por la principal plaza de la capital regional sea siempre un agrado y no un motivo de riesgo, en especial para los adultos mayores.