El mundo católico celebrará hoy una de las fiestas religiosas más antiguas y extendidas de América Latina. Es el día de San Sebastián, soldado romano convertido al cristianismo que murió como mártir (el relato dice que asaetado por orden del Emperador Maximino) tras no querer renegar de su fe, en el año 288 DC.
Desde los primeros tiempos entre los creyentes se le ha considerado un ejemplo de la valentía de quien tiene fe y se le ha venerado históricamente especialmente en Castilla. Desde allí su devoción llegó con los conquistadores españoles, mezclándose con tradiciones culturales de otros orígenes y tomando forma como un culto popular de amplia difusión.
En Chile se celebra la fiesta de San Sebastián cada 20 de enero en diversas regiones, pero especialmente en Yumbel (a 60 kilómetros de Concepción), donde hay registros de la fiesta desde 1663 y donde aún se conserva primera imagen del santo traída al país en 1580.
Los Ríos no es ajena a esta antigua fiesta y hoy ella se vivirá en varias parroquias: Nuestra Señora del Carmen (Collico y Calle-Calle), Nuestra Señora de Lourdes (Paillaco) e Inmaculada Concepción (Crucero), entre otras, donde habrá celebraciones y también masiva llegada de fieles que peregrinarán y congregarán -como hacen cada año- para asistir a las Eucaristías y a las procesiones programadas (ver notas páginas 2-3) en homenaje al santo.
Estas actividades religiosas forman parte de una tradición cultural que atraviesan la geografía nacional y el calendario, como las fiestas marianas de La Tirana (16 de julio) y Lo Vásquez (8 de diciembre), de santos como San Pedro (29 de junio), San Lorenzo (8 de agosto), Santa Rosa (30 de agosto), o la del Nazareno de Caguach (30 de agosto). Todas están enraizadas en la devoción popular y en una religiosidad que va acompañada de otras expresiones que exponen la idea de trascendencia y divinidad que una comunidad tiene, elementos también presentes en la construcción de la identidad cultural.
En esos factores radica lo interesante de observar estas festividades, conocer su significado y respetarlo, más allá de las creencias que cada quien pueda tener.