La violinista Camila Villar es profesora en la Escuela Juan Bosch de Niebla, por eso decidió irse a vivir a la localidad. El contrabajista Hernán Carrasco tuvo residencia esporádica en el sector, hasta que optó por instalarse definitivamente para concentrarse en los estudios personales del instrumento.
Desde enero, ambos comparten un domicilio que decidieron transformar en la escuela artística Pichi ayekafe. Es una casa ubicada en calle Las Minas, cuyos espacios fueron habilitados para el trabajo formativo con niños. Así, por ejemplo, el living comedor que conecta con la cocina se volvió una sala multipropósito que incluso tiene una pizarra de tiza para hacer dibujos y anotar ideas. De esta forma, los dos jóvenes músicos idearon una metodología de trabajo basada en sus propias experiencias y conocimientos. Articularon un ensamble, han realizado dos conciertos abiertos a la comunidad y actualmente trabajan con 17 niños de entre cinco y once años de edad.
Motivación
Camila Villar y Hernán Carrasco han desarrollado sus carreras profesionales como integrantes de la Filarmónica de Los Ríos y el Quinteto Melí, entre otros proyecto. También pasaron por las aulas del Campamento Musical Marqués de Mancera que se realiza en Niebla, lo que en cierta forma les sirvió para familiarizarse con el entorno e identificar la urgencia de generar instancias de formación en arte permanentes.
"Nuestra escuela es el resultado de las observaciones poco positivas de la educación estandarizada, lo cual crea un compromiso fuerte por generar cambios estructurales basados en el respeto por el ser y el entorno social y natural", dice Carrasco.
En escena
Los niños que asisten a Pichi ayekafe tienen la posibilidad de tomar clases de iniciación en la música, como también en la interpretación de diversos instrumentos. Asimismo, gracias al ensamble con violín, viola, violonchelo, contrabajo, teclado y vientos pueden vivir la experiencia de tocar música como parte de un grupo con repertorios escogidos según sus capacidades. Hay obras clásica y del compositor Álvaro Silva de Niebla.
"Tenemos una muy buena relación con los niños y sus familias. Incluso en las reuniones, los papás nos cuentan sobre los cambios que van notando en sus hijos, qué tipo de música les gusta y la forma en que nosotros podemos adaptarnos a eso. En general, todo ha sido muy transformador y por eso queremos que esta experiencia de los primeros meses de trabajo se vuelvan la base para continuar de manera permanente con esta iniciativa", explica Villar.
Además de formar nuevos talentos, la escuela está pensada como una institución orientada a la producción y gestión socio cultural.