Niños, niñas y plebiscito
Corren las semanas de marzo y se avecina un momento histórico para Chile. Serán los propios ciudadanos quienes decidiremos si aprobamos o no una nueva Constitución, y la forma como ésta se redacte. Es muy probable que los adultos tengamos más conocimiento, estamos más expuestos, pero qué ocurre con nuestros niños y niñas ¿tienen derecho a saberlo y ser partícipes en este proceso?
Si efectivamente queremos generar una cultura cívica y votar responsablemente, tenemos la obligación de conocer el documento que regula la ley suprema de aquellos derechos y garantías esenciales en los individuos de esta nación. Luego, estaremos dispuestos a contarles a nuestros niños que la decisión que tomarán los adultos el domingo 26 de abril, es fruto del ejercicio cívico para construir el país que queremos.
En este contexto, las escuelas y colegios tienen múltiples posibilidades de educar en lo que respecta a formación ciudadana. Aprovechemos el conocimiento, que sean nuestros profesores de historia o expertos quienes nos sitúen en este importante hito. Demostrémosle a nuestros niños la relevancia que tiene el ser parte de un país que se construye entre todos, donde las opiniones y expresiones contrarias también son válidas.
Carlos Guajardo Director Pedagogía Básica U.Central
Coronavirus y sicología
El coronavirus ha ingresado en nuestro país y con ello también el temor y la ansiedad en la población, en algunos casos desproporcionados, considerando que el riesgo de contraerlo es bajo hasta donde sabemos o que el riesgo por influenza, por ejemplo, sigue siendo más alto.
Si bien es comprensible que reaccionemos con aprensión ante lo desconocido, algunas personas son especialmente vulnerables y propensas a la ansiedad y a buscar información en distintos medios para calmarse. Sin embargo y, sobre todo en estos últimos casos, se sugiere identificar sólo fuentes confiables de información, como el Ministerio de Salud y medios conocidos y no sensacionalistas, e ignorar fuentes de otro tipo. Es importante estar bien informado, pero evitar caer en la tentación de buscar artículos y fotos que aportan poca información útil, pero que sí asustan mucho.
Es relevante también tomar medidas según lo especificado por las autoridades sanitarias, y no tomar decisiones alarmistas y que de poco nos van a servir. Así, por ejemplo, en este momento no es necesario -según el protocolo sanitario- evitar lugares públicos o usar mascarilla sin indicación médica. Al contrario, dejar actividades y espacios seguros de esparcimiento de lado puede contribuir a un aislamiento y evitación que, en algunos casos, puede aumentar el nivel de ansiedad, por un lado, y disminuir el autocuidado necesario para enfrentarla, por otro. Es muy importante mantener contacto con las redes de apoyo y los espacios de contención, así como otras consideraciones, más aún, si en nuestras familias hay niños. Este esfuerzo es muy necesario, ya que ellos pueden sentir el miedo experimentado por los padres u otros cuidadores, sin poder a veces verbalizarlo. Es relevante, entonces, intentar ponerse en su lugar y comprender y validad sus temores.
María Eugenia Araneda Directora Psicología, USS
Francisca vende ropa usada
Los martes, Francisca (39), mamá de Jean (19), Brayan (17), Cristián (16), David (14), Anaís (12), Elías (8) e Israel (4), vende ropa usada en una feria. Trabaja informalmente engrosando la cifra de 1.200.190 mujeres ocupadas en esa precaria condición. Las trabajadoras informales como Francisca representan casi un 31% del mercado laboral femenino. En el caso de los hombres, ese porcentaje es de 28,6%, lo que pone de manifiesto que la informalidad es una realidad que tiende a ser más probable entre las mujeres.
Según las cifras de empleo del INE, las mujeres en Chile alcanzan una tasa de participación laboral de 53,5% -lo que incluye el trabajo informal-, mientras que los hombres llegan a un 73,9%. O sea, hablamos de más de 20 puntos porcentuales de diferencia, ratio que se ha mantenido inalterado en los últimos diez años. Esto significa que existen 3.704.738 mujeres que, teniendo edad para trabajar, no participan del mercado laboral, ni como ocupadas ni como personas que buscan un trabajo.
Por otro carril, están las diferencias socioeconómicas: mientras el 20% de mujeres de ingresos más bajos muestran tasas de participación laboral de un 30%, lo que equivale a 477.873 personas, el 20% de ingresos socioeconómicos más alto tienen una tasa de participación de 68,3%, lo que corresponde a 838.636 personas. Otro dato: según un estudio de McKinsey, hecho en 2015, si los países lograran que las mujeres participaran en la economía igual que los hombres, el PIB mundial anual sería 26% más alto el 2025. En Latinoamérica, el avance de la igualdad de género promovería un incremento de 14% en el PIB. Y para Chile, las estimaciones oscilan entre un expectante 18,5% y 20% para ese mismo plazo, según la Comisión Nacional de Productividad.
Estos números que suenan fríos, irreales, distantes si se consiguieran mediante una política económica de incentivo al trabajo formal, con foco en las mujeres, tendrían un alto impacto no sólo en el desarrollo del país, sino en la vida de Francisca, Jean, Brayan, Cristián, David, Anaís, Elías e Israel, y todas las personas de alta vulnerabilidad como ella y sus hijos.
Magdalena Aninat Directora Fundación Emplea