Fomentar el trabajo a distancia y la flexibilización laboral son algunas de las medidas que se están promoviendo a nivel nacional para ayudar a que las personas se queden en sus casas, pero no dejen de cumplir con sus obligaciones laborales, mientras dure la emergencia que ha provocado la presencia del Coronavirus en nuestra región y en el país.
Esta acción es altamente conveniente para responder al desafío que hoy enfrenta la comunidad y para la realidad de los empleos futuros, tal como se ha analizado en varias oportunidades en Valdivia, a través del Encuentro 9.5 destinado a esta temática. Sin embargo no resulta tan rápido y sencillo de aplicar, pues en Chile el avance de esta práctica ha sido más lento que en otros países, donde ella es extendida. De hecho, en los días más graves del "estallido social" (otro momento reciente en el cual se necesitó esta herramienta) solamente un 8% de los empleados pudo efectuar trabajo remoto.
Actualmente hay un proyecto de ley para fomentarlo, pero se encuentra en largo trámite legislativo en el Congreso y muchas voces se han levantado contra él, por temor a lo que han llamado "precarización del empleo", considerando que no habrá fiscalizaciones para horarios y límites de carga de tareas.
Además de lo anterior, también hay barreras técnicas y de seguridad de conexión que las empresas y trabajadores aún no resuelven. Estudios realizados sobre el tema señalan que un 28% de los trabajadores chilenos no cuenta con un computador propio y portátil que use solamente para trabajar; además uno de cada diez debe usar redes públicas de Wi-Fi; más del 60% de las empresas no tiene protocolos de seguridad para las conexiones.
Por otra parte, quienes defienden el trabajo a distancia destacan su efectividad, la libertad que permite, la posibilidad de compatibilizar obligaciones profesionales con vida familiar y el cambio de mirada que obliga a poner énfasis en resultados y no en procedimientos rígidos. Pero también advierten que su funcionamiento requiere de las llamadas "3C": compromiso de quien lo efectúa, confianza de quien lo genera y comunicación entre ambos. Si se consideran esos aspectos, seguramente el resultado será óptimo y se mantendrá más allá de la emergencia actual.