La Cruz
El punto más bello de la religión cristiana es la consumación de la realidad singular inmediata, es decir, lo finito se encarna en lo infinito y lo infinito puede ser visto en carne y hueso y eso se puede contemplar en la vida de Jesús.
El reino de Dios existe en este hombre, es una vida natural y común atrapada en la finitud. Dios viviendo como un hombre, la experiencia humana hasta las últimas consecuencias, eso le llama la atención a Hegel, Dios existe en este hombre, lo finito atrapado en lo infinito y esta apropiación de lo humano por parte del divino llega a su culminación en la muerte. ¿Dónde está la finitud suprema o limitación suprema? La finitud suprema es la muerte y el dolor de la muerte, ella es la negación suprema, es decir, este Dios infinito asume la finitud incluso hasta su grado más extremo que es la muerte. El padecimiento del alma, este dolor infinito es el testimonio del espíritu en cuanto que es la negatividad de lo finito y lo infinito, de la subjetividad y la objetividad que coexisten.
En la cruz, lo más bajo, ha sido convertido en lo supremo, la finitud del hombre fue transfigurado en lo supremo, el amor supremo, es este dolor profundo, y en aquel dolor se encuentra este amor.
Después de la cruz, tiene lugar la resurrección que es la consumación de la reconciliación, aquí nos encontramos con la reconciliación absoluta. Entonces hay una relación directa entre la finitud humana y la necesidad del símbolo de la cruz.
La cruz entonces, aparece en Hegel como un signo de reconciliación entre lo humano y lo divino. Recordemos entonces que en Kant la cruz aparecía como la consecuencia de una vida moralmente perfecta, por un lado, también como un símbolo de la conversión moral en la crucifixión del hombre viejo, en que el hombre nuevo toma sobre si los pecados del hombre viejo.
Felipe Hernández Tesista Licenciatura en Filosofía
Covid-19: Uso de mascarillas
En salud habitualmente nos toca aprender y desaprender. La medicina es dinámica y en cambio constante, lo que ayer se hacía de una manera, hoy muchas veces se hace de otra, dependiendo de la evidencia disponible que apoya la toma de decisiones.
Claramente cada indicación señalada busca entregar información que ayude a sobrellevar esta difícil situación de salud en que nosotros y el mundo entero nos encontramos, la realidad es que el virus está aquí y que no sabemos en quién vive. Frente a ese aspecto, nace la controversia actual relacionada con el uso de mascarillas.
Entonces, más que si se usa o no la mascarilla, ahora el tema a tratar es el "cómo se usa", siendo prioritario educar a la población, no solo en cómo elaborar sus propias mascarillas, sino en cómo utilizarla y eliminarla correctamente.
Se han observado por ejemplo varios casos en los que solo se cubren la boca con la mascarilla dejando la nariz al descubierto, en otros casos las usan por debajo del mentón o constantemente la acomodan con las manos sin higienizar, y además en algunas oportunidades están siendo eliminadas en la vía pública.
Todas estas situaciones son incorrectas, simplemente es como si la mascarilla no se utilizara, contribuyendo además al aumento de la propagación del contagio y la contaminación ambiental, pero por sobre todo malgasta un recurso que en estos momentos es primordial para el personal de salud.
Lo que queda en este escenario es volver a aprender, buscando información confiable y así contribuir todos a sobrellevar esta situación de catástrofe sanitaria provocada por la pandemia COVID-19, pero sin perder de vista que la medida más efectiva para evitar el contagio en la población general es quedarse en casa.
Vinka Yusef Académica Instituto de Enfermería de la Facultad de Medicina, Uach
Tele Cariño
Todos los días algún rato de la tarde los niños se organizan para que llamemos a los abuelos. Es un ritual lleno de alegría y emociones, necesario para ellos como para nosotros. La pandemia vino a develar que, pese a las distancias, el vínculo es poderoso y nutritivo. La paradoja de estar aislados para estar más cerca que nunca, va haciéndose una realidad concreta.
La solidaridad en el reparto de deberes de la casa y el esfuerzo de cada uno por hacer sus tareas lo mejor posible, apoyando a quien más le cuesta, respetando los espacios de privacidad que se puedan mantener, conversando cómo no lo hacíamos antes. Curiosamente la tecnología absorbente ha dado un paso al costado para ser funcional al trabajo, los estudios y a los amigos, compartimos la mesa, nos reímos, nos cuidamos de las angustias de no salir ni con salvoconducto para estar bien, todos bien.
Pienso en quienes no tienes opción de quedarse en casa, en los más pobres.
Hoy el desafío es que tras esta pandemia, no es que volvamos a la normalidad, sino que las video llamadas se transformen nuevamente en abrazos, en preocupación diaria, que "el te quiero" surja espontáneo sin temores, que seamos capaces de ver al otro desde su fragilidad hasta su fuerza, que tengamos una sociedad donde nunca más hayan invisibles y el virus de la indiferencia muera derrotado.
Marcelo Sánchez Fundación San Carlos de Maipo