IInquietud ha generado en la región, y en toda la zona sur en general , la presentación de un proyecto de ley para prohibir el uso de dispositivos de calefacción domiciliaria que emplean leña como combustible, en zonas saturadas como Valdivia. El objetivo sería disminuir niveles de contaminación atmosférica, ayudando de paso a prevenir enfermedades respiratorias.
La idea surge a la luz de las urgencias que impone el contexto de la emergencia por coronavirus; sin embargo no considera que esta práctica va mucho más allá de una opción caprichosa, ni que la utilización extendida de leña tiene que ver con la cultura sureña en primer lugar, pero también con la necesidad de calefacción a bajo costo para miles de familias. Se calcula que más de 5 millones de personas utilizan esta forma de abrigo entre Rancagua y Magallanes, que en Valdivia llega al 94% de los hogares.
Además, se olvida que los aparatos y la leña en sí no son el problema; sino el mal uso de ellos, la utilización de leña húmeda, como también la pobreza energética, situación que afecta al 49% de las casas en la capital de la región de Los Ríos.
Por otra parte, la iniciativa se contrapone con una iniciativa (anunciada políticamente, pero aún no tramitada en el Congreso), que busca reconocer a la leña y al pellet como biocombustibles sólidos, regular su uso, estandarizar comercialización, proteger los bosques al certificar origen y educar a la población en un buen manejo de ellos.
Esta semana reaccionaron ante el plan de prohibición representantes de consumidores y del Sistema Nacional de Certificación de Leña (SNCL), quienes alertaron que el proyecto no considera otras variables fundamentales: si se reemplaza la leña por un combustible fósil, la huella de carbono subirá al obligar traslado de elementos (con la leña no se importa material) y también el compromiso de Chile para bajar sus emisiones de CO2, no se cumplirá. Un estudio del observatorio para los Combustibles derivados de la Madera indica que el consumo de leña en la región de Los Ríos genera 111 mil toneladas anuales de dióxido de carbono equivalente, lo cual se cuadruplicaría si en vez de ella se utilizara gas licuado, o parafina.
Claramente, reducir la contaminación es importante, pero esta ruta no parece la más adecuada.