"Que existan mamás que hoy aguardan por un hijo, es un signo de esperanza..."
PROFESIONAL. Con 30 años de trayectoria, la obstetra recordó las etapas más importantes de su carrera y abordó la contingencia.
Con tres décadas de trayectoria profesional, Alejandra Verónica Aichele Fernández, es una de las voces que tiene mayor autoridad para hablar de maternidad en la provincia del Ranco. La obstetra es actualmente ecografista del Cesfam Alfredo Gantz Mann de La Unión y coordinadora del Programa de Salud de la Mujer del mismo recinto.
Al igual que la mayoría de sus colegas, la matrona riobuenina ha debido asumir el importante rol de entregar apoyo y contención a un grupo de mujeres que, en plena pandemia mundial, esperan dar a luz a un nuevo integrante de su familia, y muchas de ellas lo harán por primera vez.
Alejandra Aichele tiene 56 años de edad y nació el 24 de diciembre de 1963 en Río Bueno. Está actualmente casada con el neurólogo Juan Carlos Saavedra y tiene una hija de su primer matrimonio, Natascha, de 32 años, quien es geóloga.
Como hija de profesores normalistas, estudió hasta tercero básico en la Escuela Rural Folilco y luego egresó de octavo básico en la Escuela Patricio Lynch de Río Bueno. Su enseñanza media la cursó íntegramente en el Colegio Alemán Rodulfo Amando Philippi de La Unión. Posteriormente estudió Obstetricia y Puericultura en la Universidad Austral de Chile y egresó en 1991.
"Opté a esta carrera no tanto por el área biológica, sino que por un área de tipo social. Siempre me ha llamado mucho la atención el rol que cumplimos las mujeres, porque siento que somos como el valuarte de la familia, el esfuerzo para que salgan adelante. Siento que las matronas nos dedicamos desde el inicio de nuestra carrera a atender y acompañar en todo este proceso", explicó.
El mismo año que egresó de la universidad realizó su internado en el Hospital de Río Bueno, y se quedó trabajando allí. "Empecé atendiendo partos en 1991 y estuve hasta 2003 en el hospital", dijo.
Ese año fue trasladada al Cesfam de Río Bueno, donde le tocó atender los controles de embarazo e inició su carrera como ecografista. Eso hasta que en 2013 se le ofreció la posibilidad de ingresar al Cesfam de La Unión y aceptó.
¿Cómo recuerda la primera etapa de su trayectoria profesional en que le tocó atender partos?
- Fue súper gratificante. Es la etapa de mi carrera que más recuerdo. El momento del parto es muy especial para las mujeres, muy especial para todo el entorno, y también por la manera en que atendíamos en ese tiempo. Eran en promedio siete partos los que atendíamos por cada turno.
¿Cada uno era especial o se termina volviendo una rutina?
- Siempre traté de que cada uno sea especial y ojalá que nunca ninguna de las señoras que atendí haya sentido que para mí era un trámite más. Con el equipo que trabajaba, siempre sentíamos que cada parto era diferente, el acompañamiento era variado y los temores de las mujeres eran distintos.
¿Cómo describiría el trato que tenía con las embarazadas al momento del parto?
- Era principalmente de acompañamiento, a pesar de que a veces las pacientes querían que uno hiciera mucho más de lo que podíamos hacer. Muchas mujeres pedían que uno apurara el proceso, pero uno no podía dar más respuestas. Sin embargo, junto a mi equipo, tratábamos de darle libertad y respeto para que vivan ese momento como quisieran. Si querían pasearse o estar acostadas todo el rato, simplemente las dejábamos.
¿Recuerda algún parto de manera especial?
- Sí. En esto de lo teórico que nos enseñan, siempre nos dicen que las primigestas, las mujeres que tienen su primera guagüita, demoran por lo menos 12 horas de trabajo de parto, terminan muy cansadas y eso es lo normal. En eso, recuerdo una mañana que estaba entregando el turno, llega una señora de Lago Ranco que estaba hospitalizada, era primeriza y me dice que quería ir al baño. Entonces tuve que explicarle que ya venía su bebé. Lo que pasó es que ella durmió durante todo su trabajo de parto. Eso demuestra que todos los partos son diferentes, porque esta chica echó para abajo toda la teoría.
¿Cómo ha sido su experiencia en el Cesfam de La Unión?
- Venía con temor porque sentía que podía ser relegada, pero fui súper bien recibida, desde la puerta en adelante toda la gente fue súper acogedora y me sentí muy bien. Trabajo muy a gusto con colegas que en su mayoría son muy jóvenes. Es como si hubiese trabajado toda la vida acá.
¿Cuánto tiempo lleva dedicada a las ecografías?
- Trabajo en ecografías desde 2006, primero en Río Bueno, y después en La Unión. De hecho me vine porque La Unión se quedó sin ecografista.
¿Cómo podría describir el proceso de realizar una ecografía?
- Es una tremenda responsabilidad, porque aquí en atención primaria yo tengo que hacer las ecografías básicas y entre ellas está la primera ecografía en que se diagnostica si el embarazo está bien o no. Entonces vienen las señoras con algunas expectativas del embarazo y a veces los resultados no son como todos esperamos. En ocasiones no hay latidos, a veces están fuera del útero, y uno tiene que estar atento a todas estas situaciones que no son gratificantes para las embarazadas y tratar de mantener la tranquilidad, entregarles apoyo, es difícil y no siempre se logra. El embarazo debiese ser un proceso normal, pero no siempre lo es.
En medio de la pandemia
Desde su perspectiva, ¿cómo están viviendo las mujeres embarazadas este proceso tan importante en medio de una pandemia mundial?
- He notado tristeza y preocupación. Este proceso les provoca a veces hasta culpa. Se cuestionan por qué se quedaron embarazadas con esta situación tan negativa, o a qué mundo va a llegar su hijo. He notado mucha incertidumbre en las mamás, y yo les digo que en el fondo el embarazo es lo que nos da esperanza. Que existan familias y mamás que esperan un hijo que viene a este mundo, es un signo de esperanza.
¿Se han provocado cambios en la atención de las ecografías?
- El principal es el cambio del ecógrafo, pues yo normalmente atiendo en el SAR y me trasladaron al nuevo Cesfam. Fue principalmente para que las pacientes que son sanas y que no tienen ninguna complicación, no se junten con personas que pudiesen tener covid-19. En definitiva es evitar que la población de embarazadas se junten con otras personas.
¿Y en cuánto al proceso de atención mismo?
- Las ecografías se están realizando cada una hora, y antes eran cada media hora. Es para dar el espacio a realizar una desinfección y esperar antes que pase la siguiente paciente. Además, las embarazadas deben ingresar solas al control, y en algunos produce un poco de rechazo porque este momento quieren compartirlo con su pareja, porque el embarazo es de dos, pero a los exámenes no puede ingresar.
¿Qué mensaje se puede enviar a las mujeres embarazadas a propósito del momento que se vive?
- A pesar de que es una etapa hermosa, el embarazo siempre descoloca un poco, siempre existen el susto de que les pueda pasar algo. Con mis colegas hemos tratado que las mujeres no salgan de sus casas, que sientan que este aislamiento en realidad es un beneficio para ellas. Las funcionarias las han ido a vacunar, les hacen controles en sus casas, las citan a ecografía con la hora lista. Hemos tratado de acompañarlas mucho, y creo que ellas lo han sentido y le agradecen a las colegas cuando van a sus casas.