De viaje al origen del heroísmo
En los anales de la Segunda Guerra Mundial hay varios hechos que indignaron a Adolf Hitler. Uno de ellos fue el secuestro del general Heinrich Kreipe. Era el brazo derecho del también general Friedrich-Wilhelm Müller apodado "El carnicero". Resulta que la desaparición forzada ocurrió en algún punto del 24 de abril de 1944, en la isla de Creta (Grecia), lo que produjo un descalabro emocional y estratégico de las fuerzas invasoras.
En el contexto del conflicto bélico, este acontecimiento podría parecer insignificante, pero lo que esconde detrás es mucho más importante de lo que se podría creer. Y así queda demostrado en "Nacidos para ser héroes" (Debate), de Christopher McDougall, un libro que analiza precisamente la circunstancias que pueden llevar a que una persona sea catalogada como héroe. Y el ejercicio parte precisamente con el caso ocurrido en Creta, donde la resistencia local (integrada principalmente por campesinos y personas no habituadas a las armas), terminó apocando los esfuerzos alemanes de conquista.
Desde ahí, McDougall se mete en las entrañas de lo que significa ser un héroe y presenta ejemplos dispersos por el mundo, de personas que han actuado de forma increíble, en situaciones extenuantes. En su búsqueda también aclara que el cuerpo humano está diseñado para ir en contra de lo imposible y que por ejemplo el entrenamiento, la disciplina y el consumo de cierto tipo de alimentos, son fundamentales. La base de todo está en el autoconocimiento de las fortalezas y en el entender que no hay límites; y en el caso de los griegos, en la sospecha de que tal vez las hazañas de sus dioses pudieron ser reales (que sería otra forma de explica que son herederos de la grandeza).
Entonces, según la teoría del autor, el héroe nace y también se hace. Es que la condición de tal podría estar dada por la grandilocuencia de sus actos, como también por su capacidad de liderazgo constructivo.
Daniel
Navarrete