Correo
La violencia y sus causas
Mi formación jurídica me hace ver en lo inmediato el hecho delictual como negativo, sin embargo, principalmente cuando la convivencia en un país o lugar determinado adolece de iniquidad y se ha agudizado la pobreza, resulta serio profundizar más allá en sus causas y no asignar solo al dolo, como la intención positiva de inferir injuria o daño a la persona o propiedad de otro, la única causa de los hechos ilícitos, sino también observar si junto a esa causa concurren otras, como las que he señalado (la iniquidad y la pobreza) y así entonces tener una mirada más profunda de lo que está aconteciendo. No justificar el dolo, pero tampoco desconocer la concurrencia de otras causas generadoras de la violencia.
Digo esto pensando y comparando el acontecer en sociedades más adelantadas, donde existe una igual y mejor repartición de los beneficios de la civilización, la cultura y el progreso; donde los salarios, remuneraciones e ingresos de los distintos sectores sociales son más homogéneos y equitativos; donde no existe, como en nuestro país esa tremenda brecha entre los pocos ricos y los muchos pobres, que agudiza la desesperanza y enardece los espíritus, surgiendo la desobediencia civil y con ello, la inestabilidad y violencia de aquéllos que no se conforman con este estado de cosas.
Para erradicar la violencia es imprescindible contar con un sistema económico social de bienestar equitativo, donde la educación digna para todos no sea un privilegio sino un derecho, la previsión no sea un negocio sino un deber del Estado, la salud un derecho garantizado por el Estado y que en viviendas dignas se cobijen los habitantes de este hermoso país.
Levantemos la mirada y observemos con grandeza de espíritu la realidad chilena, comprometiéndonos a revertir la inequidad e inseguridad social, la pobreza y el abuso de los que ejercen el poder político y económico, para así alcanzar la tranquilidad y la paz social.
Carlos Reyes Hernández
Lo público versus lo privadoEl covid nos ha hecho ver situaciones inéditas en nuestras vidas -que han denudado las realidades a las cuales nos enfrentábamos y creíamos conocer- y por otra parte nos han hecho reconocer ciertas cosas que estaban en la teoría y se vieron en la práctica. Una de estas teorías que se midieron fue la eficiencia privada versus la pública.
Cuando el debate se había centrado en "más estado, menos privados" un asunto que nadie vio venir, el retiro del 10% de las AFP (que inclusive cruzó convicciones de ambos sectores políticos) dejó en claro la gran falencia del estado y su propia gestión. Cuando la lógica decía con gran presión que el estado debía transferir recursos (más estado) vino una horda de la vereda contraria diciéndole ahora a las AFP que liberen dineros (más privados).
El resultado lo tuvimos a la vista: un estado fofo, laxo, con un exceso de grasa que no le permite moverse ágilmente no fue capaz de reaccionar en tiempos adecuados con medidas drásticas y firmes como la transferencia directa de recursos a sus ciudadanos. En cambio, vimos que se le exigió a las AFP que liquidaran posiciones en tiempo récord y entregaran los dineros a sus ahorrantes. El proceso ha funcionado con gran eficiencia y celeridad, entregando estos recursos frescos que se necesitaron del estado (una agilidad que hoy pocos reconocen).
La respuesta teórica se repite en la práctica una y otra vez, y ahora en un ejemplo icónico como la entrega del 10%: En una urgente modernización del estado necesitamos la eficiencia del privado (más privados) con el control férreo del estado (mejor estado).
George Harcha Uribe
¿Los niños primero?
Es lamentable el conflicto que el tema ha suscitado entre el ministro de Educación y el Colegio de Profesores, siendo difícil de entender la actitud de rechazo asumida por este gremio. ¿Dónde está el compromiso con la educación de los niños?
En estos casi 6 meses nos hemos dado cuenta de que la educación a distancia ofrece valiosas herramientas para complementar el proceso de enseñanza, y pudiera ocupar un lugar importante en la escuela, pero las clases presenciales son irreemplazables.
El cara a cara del profesor con el alumno no tiene comparación. La formación integral a la que aspiramos para nuestros niños y jóvenes requiere del contacto directo con los profesores. De la calidad de esta interacción puede depender en gran medida el compromiso del estudiante con su enseñanza. Muchos aprendizajes pueden lograrse a distancia, pero esto no siempre es posible, en particular los referidos al desarrollo de habilidades y destrezas.
Y es en el contexto escolar donde se produce el encuentro entre estudiantes, fundamental para la socialización, el desarrollo socioemocional, el sentido de pertenencia y la formación de identidad. La Unesco y otras organizaciones han declarado que el cierre de las escuelas es una amenaza no solo a la educación, sino que también al bienestar de niños y jóvenes.
Si se cumplen los protocolos correspondientes, el único conflicto que veo es niños que desean aprender con profesores que no están "ni ahí" con entregarle una educación de calidad a los niños.
Verónica Santana B.