"Me siento un hombre realizado en la educación y como árbitro"
FORMADOR. Desarrolló toda su carrera laboral y educacional en la escuela de Pelchuquín, entre 1971 y 2012.
La familia, la educación y el arbitraje del fútbol forman un tridente inseparable en la vida de Alfredo Jermán Schloss Grob. Son las actividades en torno a las cuales giran los 72 años de edad de un hombre sencillo y respetuoso. Está lejos de la imagen que proyectan un inspector imperturbable o un árbitro de hierro. Bueno para las anécdotas y pese a una arritmia diagnosticada hace un cuarto de siglo, trata de mantenerse activo luego del llamado a los cuarteles de invierno. En su hogar de Villa Rocura, en Las Ánimas, la charla fluye y se desarrolla por los caminos del recuerdo, por las aulas de Pelchuquín y las canchas de la región.
Es el presente de un hombre que durante 41 años se desempeñó en el área de la educación en la comuna de Mariquina y que durante medio siglo estuvo vinculado al arbitraje del fútbol como aspirante, árbitro oficial, instructor y dirigente.
EL HOMBRE
¿Qué recuerdos guarda de su época en Pelchuquín?
-Los mejores. Postulé a un trabajo e ingresé como inspector del internado de la escuela en 1971 y estuve en esa calidad hasta 1981, cuando después de estudiar y sacar el título de profesor de enseñanza básica en la Universidad Católica, ejercí como profesor e inspector general. Todo eso, hasta mi jubilación en el año 2012.
¿La gente se acuerda de Ud.?
-A veces ando en el centro de Valdivia y hay gente que me saluda, me dicen que fueron alumnos, pero eduqué a tantos niños que difícilmente me acuerdo de sus nombres. Afortunadamente y doy gracias a Dios por eso, no he encontrado a alguien que me recuerde mal como profesor, como inspector, ni como árbitro.
¿Cómo se relacionó con una actividad tan ingrata como es la del arbitraje?
-Después del Mundial del '62. Me gustaba mucho el fútbol y en La Unión una vez me pidieron que arbitrara unas pichangas del club 5 de Abril. Después, don Jorge Barichivich vio que tenía condiciones y me reclutó. Hice los cursos, ingresé a la asociación y cuando estuve estudiando en Santiago, al venir en los veranos a La Unión, aprovechaba para arbitrar.
¿Y cuando estuvo en Pelchuquín también arbitraba?
-Claro. Cuando me fui para allá a trabajar y supieron que era árbitro, una vez el alcalde Guillermo Mitre me pidió que vaya a dirigir un partido, porque venía Colo Colo. Fui y me acuerdo que expulsé a Humberto 'Chita' Cruz. De ahí me pidieron que haga un curso, lo hicimos de acuerdo con Jorge Barichivich y formé la Asociación de Árbitros de San José. Después, como vivía en Valdivia, me incorporé a la federación de árbitros de acá con Cerruti, Valeria y otros. Luego estuve en la asociación local de la Fenaf que lideró Adolfo Reginatto y años más tarde formamos el Colegio de Árbitros de Fútbol de Valdivia con Juan Carlos Silva, Ricardo Rochow y otros colegas. Tuve la suerte de ser reconocido como árbitro y dirigir en toda la región, ir a un campeonato nacional como asistente y conocer a muchas personas.
Parece que el arbitraje fue algo más que una pasión…
-Claro, fue una forma de vida. Hasta que por mi enfermedad tuve que dejar de dirigir en 1995 más o menos. Hice el curso de instructor aprobado por el Inaf (Instituto Nacional del Fútbol), fui presidente y jefe de la unidad técnica del colegio de árbitros y me dediqué a enseñar a la gente más nueva. Eso, hasta que me dieron las piernas.
¿Qué experiencia le dejó trabajar con niños, jóvenes y adultos?
-Antes, los niños y los jóvenes eran más tranquilos y dóciles, fáciles de educar. Hoy están totalmente cambiados. En el arbitraje generalmente eran personas adultas, que captaban mejor las cosas y gracias a Dios, no tuve grandes problemas, nunca fui agredido.
Claro, pero no vamos a terminar esta entrevista sin que cuente alguna de sus mejores anécdotas como árbitro…
-Bueno. Hay varias. Una vez en Puerto Montt, en la cancha del Lintz, que tenía las tribunas muy cerca, yo estaba como guardalíneas y me tiraron una naranja que me pegó en la espalda. La recogí, le saqué la cáscara y me la comí. Con eso saqué una risotada general y hasta me aplaudieron.
¿Otra?
-Mi hijo menor practicó fútbol en la escuela de la Universidad Austral. Jugó el Mundialito, me tocó arbitrarle y tuve que expulsarlo. Nadie entendía cómo pude hacerlo porque era mi hijo, pero el reglamento es el mismo para todos. Claro que en la casa… querían mostrarme a mí la tarjeta roja.
A estas alturas de la vida, ¿se siente una persona realizada?
-Sí, gracias a Dios. Me siento un hombre realizado profesionalmente en la educación y como árbitro. Que la gente me vea, me reconozca y me salude, con eso es suficiente.
"Antes, los niños y los jóvenes eran más tranquilos y dóciles, fáciles de educar. Hoy están totalmente cambiados...".
Alfredo Schloss, Profesor jubilado