La decisión de retomar las clases
La región exhibe el índice más alto del país en solicitudes de colegios para regresar a actividades presenciales. Son veinte. Hay dos miradas para una discusión urgente; más en el último trimestre del año, el cual -según la tradición chilena- se hace siempre más fugaz que los otros.
Según un informe nacional del Ministerio de Educación, Los Ríos es la región que tiene mayor cantidad de solicitudes de colegios para volver a funcionar. Son 20, mientras Los Lagos presenta 19 y La Araucanía solamente 5.
Además, en nuestra zona ya están atendiendo alumnos cinco establecimientos de Valdivia y cinco de otras comunas: Los Lagos, Futrono, La Unión, Río Bueno y Lago Ranco (uno por cada una). Todos cumplen medidas reglamentarias para evitar contagios entre niños y niñas; la mayoría imparte educación inicial y ninguno depende de la administración municipal.
Esto último se debería a que muchos alcaldes locales han manifestado su negativa completa a retomar las actividades presenciales este año en escuelas y liceos, siguiendo una lógica de prevención y también atendiendo la oposición de las organizaciones apoderados y del Colegio de Profesores, que abogan por la seguridad como primer argumento.
Sin duda que estas razones para restarse son entendibles, pues están fundadas en el temor a una enfermedad desconocida y peligrosa. Además, se pueden reforzar con un estudio que ubica a Chile con el mayor promedio de alumnos por sala entre los países de la OCDE: 31 estudiantes, en un espacio reducido para distancia social.
Sin embargo, esos datos no debieran descalificar las opciones de quienes deciden el regreso, pensando especialmente en aquellos estudiantes con problemas de integración social, para quienes el confinamiento ha implicado retrocesos en sus desarrollos personales y aumentos de ansiedad.
Por otro lado se habla de volver para evitar desigualdad. Se ha demostrado que los estudiantes con mayor nivel socioeconómico avanzan mucho más que aquellos en vulnerabilidad. Así lo ha hecho ver la ONU, en un llamado reciente a reabrir las escuelas para evitar que las brechas se ahonden y para devolver a muchos menores de edad el "paraguas de protección" que sus colegios representan para ellos.
Son dos miradas para una discusión que se hace urgente; más todavía en el último trimestre del año, el cual -según la tradición chilena- se hace siempre más fugaz que los otros.