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mitad del Siglo XIX.
Además de haber trabajado en la conservación del lugar, el padre Gabriel Guarda (Premio Nacional de Historia en 1984) se transformó en uno de sus principales biógrafos.
En 1980 ya hablaba de la casa en "Conjuntos urbanos históricos arquitectónicos. Valdivia S.XVIII-XIX", un libro elaborado como parte de su curso de Arquitectura Urbana dictado en la Pontificia Universidad Católica de Chile. En esa páginas se lee: "Torreada y con un magnífico eje desde la puerta de entrada y hasta la galería sobre el río, es de desear que no se altere tan extraordinario ejemplar de la construcción local, efectuando toda obra de mantención con la delicadeza que impone un edificio de tal categoría".
En 2013, vuelve a referirse a la construcción, esta vez en el libro "Casas de Valdivia. Herencia Alemana", hecho con el arquitecto e historiador Hernán Rodríguez. La obra fue lanzada en su momento en el salón Frick de la misma casa.
zona de colonos
El estatus de la casa, también es destacado por Fabián Almonacid. "Se construyó en la mejor posición que podía tener, junto a la aduana, puerto fluvial y al sector comercial de la ciudad. Era normal que la casa de la familia propietaria estuviera junto a los talleres e industrias. De ese modo, en Yungay y General Lagos, por ejemplo, encontramos a los comerciantes, que tiene su actividad en la costanera, e industriales, como los curtidores, que tenían sus industrias junto al río. Sin embargo, Valdivia todavía no estaba segregada económicamente, como puede verse hoy día, por lo que en General Lagos especialmente, convivían las casas de los industriales con las de los empleados y obreros", dice.
En su momento, el sector de emplazamiento del inmueble era mayoritariamente de colonos alemanes. Pero la imagen de aquellos años, es muy distinta a la actual.
Lo que ahora es calle Yungay, en algún momento fue la calle Torreón de Los Canelos. Era simplemente un camino que conectaba con el puerto de Las Mulatas. "Ahí se le entregaron terrenos a los alemanes y ellos comenzaron a construir con tecnología que traían de Europa. Las fachadas revestidas con latón importado de Inglaterra y Alemania miran hacia la calle. No están a borde de acera, sino que más bien se caracterizan por conservar un ante jardín. Son algunas de las diferencias principales de quienes vivieron ahí, a diferencia del resto de la comunidad repartida más hacia el centro", explica la arquitecta Tirza Barría, académica Uach.
Esa realidad cambió radicalmente tras el gran incendio de 1909. El 13 de diciembre de aquel fatídico año, el fuego destruyó dieciocho manzanas del centro histórico. En el proceso de remodelación general, se buscó que precisamente la calle Yungay conectara con Adriasola y eso implicó solucionar un inconveniente.
Barría, explica: "Había una diferencia de terrazas. Aquella donde estaba la casa Martens Hoffmann, estaba mucho más elevada, entonces hubo que rebajar el terreno al nivel de la calle. Eso hizo que las casas quedaran en lo alto, a más de dos metros del tamaño promedio de cualquier transeúnte. La adecuación del terreno explica también que por ejemplo el Centro Cultural El Austral y Casa Pluma, tengan murallas de contención junto a las veredas".
Conservación
El Consejo de Monumentos Nacionales publicó el 1 de abril de 1991 el decreto N° 89 que establece a la calle General Lagos como Zona Típica. En el documento, se lee: "La calle constituye parte importante del perfil urbano de la ciudad y la edificación existente, por su calidad y homogeneidad, ameritan su preservación".
La protección patrimonial queda entonces establecida en dos tramos, siendo el primero aquel entre calles Lautaro y Yerbas Buenas, es decir el segmento donde está la casa Martens Hoffmann.
A ese reconocimiento se sumó la instalación de placas identificatorias de acero de 1 milímetro de espesor, de 50x24 centímetros aproximados y fotograbado a un color.
Fueron puestas en El Austral y en otras diez casas en 2013 gracias a un proyecto de la Cámara Chilena de la Construcción, con respaldo de la Dirección de Arquitectura del MOP Los Ríos.
Junto con funcionar en un lugar con valor patrimonial en sí mismo, el Centro Cultural destaca durante sus tres décadas de existencia por promover la circulación de obras de arte. Desde 1990, por sus salones han pasado exposiciones de grabado, pintura, fotografía, instalaciones, bordados y esculturas. También es escenario para conciertos principalmente de música selecta de elencos de la Región de Los Ríos y de invitados de las Semanas Musicales de Frutillar.
El rescate de la historia es otra de sus funciones, gracias a la colección Ellynor Fehrenberg de fotografía patrimonial que considera aproximadamente seis mil registros en perfecto estado de conservación. Gracias al acceso a parte de ese material es que por ejemplo se publicó el libro "Frida B. de Böhmwald. Una fotógrafa del sur" (Kultrún), de las investigadoras Tanya Wagemann y Bárbara Scheel.
También, se realizó la exposición "Litoral valdiviano 1880 - 1930" (proyecto Conarte 2015) con registros de Adolf Meyer, Erico Volkmann, Hans Fehrenberg, Rodolfo Knittel y T. H. Schench, entre otros; conservados en la colección.
Además, gracias a la organización del Salón Nacional del Arte de la Acuarela Ricardo Anwandter von Salis-Soglio, es que El Austral ha logrado crear una pinacoteca con 50 obras hechas exclusivamente para el certamen de carácter bienal.
Con todo estos antecedentes es que la institución pasó a integrar además la Red de Museos y Centros Culturales de la Región de Los Ríos.
Marcelo Godoy, preside la organización que nació tras una celebración por el Día Internacional de los Museos en 2012. En aquel encuentro se acordó promover el trabajo conjunto en beneficio del territorio y de las gestiones de cada espacio museal en Valdivia y el resto de la región.
"En ese sentido el Centro Cultural El Austral es precisamente una institución relevante para la ciudad y Los Ríos, porque está planteado como un espacio abierto a distintas disciplinas artísticas; y en forma paralela realiza un trabajo de resguardo de colecciones no menor", dice. Y agrega: "A diferencia de otros casos, acá además hay un ejercicio que surge del mundo privado, de hacer una contribución".
Además de la gestión, Godoy destaca el hecho de que la casa es un atractivo de fácil acceso en el centro de la ciudad, lo que eventualmente puede contribuir a la formación de públicos. "La conservación de colecciones, la documentación y la investigación también son elementos importantes. Ciertamente son funciones propias de un museo, pero que en este caso se han promovido desde una iniciativa de privados, pero bajo la mirada de bien público e integradora en el campo del patrimonio cultural".
1990 fue el año de inauguración del Centro Cultural El Austral con una ceremonia especial y una exposición llamada "Patrimonio histórico y arquitectónico de Valdivia".
5 personas destacadas colaboraron en el directorio del Centro desde su inicio: Mónica Kunstmann, Silvia Chacón, Luis Ibarboure, Guillermo Franco y Patricia Anwandter.
50 acuarelas son parte de la pinacoteca que administra la institución. Son obras premiadas por participantes del Salón Ricardo Anwandter von Salis- Soglio.